tag:blogger.com,1999:blog-45032701105212835562024-03-04T23:17:55.921-05:00 MIMOOpinión y anecdotarioJuan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.comBlogger22125tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-84399854146917204582023-09-09T12:34:00.007-05:002023-10-27T12:02:37.487-05:00Último acto <div class="separator" style="clear: both; text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizEZOtTN0V-O-7-0Dg2Om9atXzB5P2KSqI51FHW4MEPApMfEbm9BWhrPx0Q88y8y4r8HXzw4ydm02DZlitawknV0nURGj9SgoqklgBh5SqYFVhdsFDkGQpt6QJmxuU6wVH5BL__xDiSfNGobm4j02b9Z1I5xLUmVptIyNgRDpdVHGzYz5HSNodO5HNpyM/s637/UAct.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="358" data-original-width="637" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizEZOtTN0V-O-7-0Dg2Om9atXzB5P2KSqI51FHW4MEPApMfEbm9BWhrPx0Q88y8y4r8HXzw4ydm02DZlitawknV0nURGj9SgoqklgBh5SqYFVhdsFDkGQpt6QJmxuU6wVH5BL__xDiSfNGobm4j02b9Z1I5xLUmVptIyNgRDpdVHGzYz5HSNodO5HNpyM/s320/UAct.png" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">«Último acto» no es el canto de Vasili Vasilievich Svetlovidov, sino un hueco en el pecho de dos artistas que no se resignan a perder su tiempo y su espacio; que sufren los síntomas de la enfermedad terminal del alma: la pérdida de la capacidad de interpretar realidades. En ambos se ha instalado el miedo a la vida y al olvido. Aún no han muerto. Agonizan sufriendo el recuerdo del «aire» de otros tiempos: uno, la gloria; el otro, la perdida libertad de ser; porque no se es libre cuando uno hace lo que quiere en circunstancias favorables, sino cuando éstas podrían contenerlo. Así es doloroso estar y no ser, o ser como si no se estuviera: «to be, or not to be».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estamos destinados a morir, no es ninguna novedad; mientras tanto, uno se rasca donde le pica. ¿Dónde los feligreses de Dioniso? Hace algunos años me preguntaron si extrañaba los aplausos; iba a contestar que si, pero, mientras tomaba aire para darlo como respuesta rotunda, me di cuenta de que lo que realmente extrañaba era la capacidad divina de crear. La vejez es muy larga y la última copa tarda en llegar.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Puedo seguir dando una relación de «sentipensamientos» suscitados por «Último acto» de Noraya Ccoyure, pero no quiero estropear los suyos. Sugiero experimentarlos presenciando la interpretación de Christian Alden y César Marticorena. Los vi en el teatro Esencia de Barranco, imagino que la aventura continuará.</div><div style="text-align: justify;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHfe9s8FAeVhmu_pSTrWCYc82_lJoDs7aT1PiJmwSA5xIfBmkRVUwIIRy4eR7X9PbKgWoyqyoXJmIT-BJqI0lJiYInnpMaGWrN4S0TnJvE1XyWhhO9Ssvm_9_o3P1kxv2gWLQirHJRGN47tZroZ1C_LbOeB-zBZ4NFS3iPhurAGADbYf_BPSHOujve6ME/s320/UAct2.png" /></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-12790925840413706812023-06-21T13:15:00.002-05:002023-06-21T16:08:37.394-05:00Story Time: José <blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Recordando los procedimientos que </i><i>en la primaria</i><i> la profesora Flor me enseñó para germinar un fréjol, durante el covid me di a la tarea de sembrar algunas semillas de ají; y vi que, de manera inevitable, de cada semilla germinaba una planta de ají y no otra cosa.</i></blockquote><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">De tanto en tanto recibo mails preguntando por clases o talleres de mimo. Como tengo el prejuicio de pensar que se trata sólo de curiosidad o entusiasmo pasajero, suelo darle largas al asunto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Más de un amigo me ha preguntado el porqué, y no puedo evitar, en respuesta, narrarles el encuentro que tuve con un joven en un café: se acercó, me extendió la mano y dijo −Quiero aprender mimo −¿Sí? −Sí −¿Por qué? −Porque quiero enseñar, ahora hay mucha gente que quiere aprender −¡Ah! Te parece que sería un buen negocio −Sí, ahora llaman mimos para todo, hasta para dirigir el transito. Por esos días la Municipalidad de Lima me había contratado para organizar y dirigir a un grupo de mimo que, usando sus medios artísticos, les recordara a choferes y transeúntes respetar las señales de transito. −¿Cuánto tiempo estás dispuesto a dedicarle al aprendizaje? −Quiero aprovechar el verano, unos tres meses −¿Te parece que con tres meses sería suficiente para aprender mimo? −Puede ser un poco más, uno o dos meses más para aprender bien, ¿en cuánto tiempo me puede enseñar usted? −Pues me la pones difícil −¿Por qué? −No se me ocurre cómo enseñarte en unos meses lo que me está llevando años. Creyendo que lo desestimaba como alumno, se puso de pie contrariado, me dio la mano y se marchó.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Siempre he sido malo para recordar las fechas. Así que, como no puedo precisar cuándo, sólo diré que fue en los noventa o algo así. Sara, una amiga del teatro, me invitó a almorzar, cosa que me resultó muy extraña porque algo así no era frecuente en ella, al menos esa es la impresión que tengo hasta ahora. Era un domingo, de eso sí estoy seguro. Cuando llegué a su casa encontré que también estaba invitado un jovencito. <i>José es un compañero de la universidad</i>, me dijo. Estudiaban arte en San Marcos. Luego de la charla protocolar inicial nos sentamos a la mesa y sirvió porotos con riendas, un plato que, según dijo, había aprendido a hacer en un viaje que hizo por Chile. Al terminar tomamos un vaso de cerveza negra y de sopetón me preguntó si sabía el porqué de la invitación. Como le dije que no; sin más trámite, directa, como era ella: <i>José quiere aprender mimo</i> <i>y yo le he dicho que para eso hable contigo; así que, pónganse de acuerdo</i>. Lo imprevisto del asunto me dejó «afásico» por unos instantes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por esos días estaba dedicado al afán de producir espectáculos musicales; no tenía tiempo para enseñar mimo. Pero a Sara no podía decirle eso, mejor dicho, con ella no podía usar esos argumentos como pretexto; pero podía ponerla difícil, y lo hice. Acepté el encargo, pero con condiciones no negociables: como yo no tenía tiempo durante el día, para recibir las clases José debía llegar a mi casa muy temprano, si llegaba tarde o faltaba a una, ahí quedaba todo; las clases serían tres veces por semana. José aceptó. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La verdad no esperaba que fuesen más de dos o tres clases porque para ponerla más difícil decidí no cobrarle, así le sería más fácil dejarse ganar por la pereza; yo vivía en Jesús María y él venía de Comas (km. 12).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El lunes me despertó el timbre de la puerta, no el despertador. Miré el reloj: cinco y cincuenta y cinco de la mañana, era José presentándose a su primera clase.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Como yo salía de casa muy temprano y volvía muy tarde, la clase debía comenzar a las seis de la mañana. A esa hora, aún en pijama, durante diez minutos le di las primeras instrucciones para comenzar; mientras él hacía lo que le había indicado fui por una ducha. A las seis y treinta durante quince minutos le mostré una técnica; mientras él la practicaba fui a planchar una camisa. A las siete y quince, durante quince minutos vi su ejercicio y corregí alguna cosa. A las siete y media le pedí aplicar esa técnica en alguna escena que se le ocurriera, una improvisación; mientras tanto fui por un café y a ponerme «tiza» para, a mi vez, hacer mi tarea del día. A las ocho vi la escena: comenté, sugerí algunas cosas y lo vi por segunda vez. A las ocho y treinta me fui. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;">Esa pasó a ser nuestra rutina. Algunas veces él se quedaba practicando un poco más. Así, durante tres años, más o menos: lunes, miércoles y viernes a las cinco y cincuenta y cinco de la mañana. Hasta que José viajó a hacer una <i>Maestría en Práctica Teatral, Títeres y Teatro de Objetos, en el Royal Central School of Speech and Drama en la Universidad de Londres, Inglaterra</i> y pude dormir hasta las siete.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj74iC5auoAtjuM36K7sz5bSAL7Bw0Vmkhm4QqzG-F-h_WqgquSnr5P8-T0JOyTJ32m_TNHeOZQzwx54cWFfiA1vslxp8GQW252_nJ88rF_mYthcHZQMERgCdd-u3KaxSa9usRyZL5Ir8z1LYqyYfrIAM7IhXzKUyvPRnycgjWxkUSI-zr_sgByx5CRj1U/s683/Jose2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="683" data-original-width="683" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj74iC5auoAtjuM36K7sz5bSAL7Bw0Vmkhm4QqzG-F-h_WqgquSnr5P8-T0JOyTJ32m_TNHeOZQzwx54cWFfiA1vslxp8GQW252_nJ88rF_mYthcHZQMERgCdd-u3KaxSa9usRyZL5Ir8z1LYqyYfrIAM7IhXzKUyvPRnycgjWxkUSI-zr_sgByx5CRj1U/w200-h200/Jose2.png" width="200" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Desde entonces, José Navarro ha participado en numerosos Festivales Internacionales en China, Rusia, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Tailandia, Rumania, Indonesia, Brasil, España, Emiratos Árabes Unidos, <span style="text-align: start;">Kazajistán</span>, Turquía, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Hungría, Túnez, Polonia, Ucrania, Armenia, Venezuela, Holanda, Bélgica, Irán, Perú, Escocia, Gales, Irlanda, Malaysia...</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La vocación es vida; todo lo demás, trabajo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><br /></div><p align="justify" class="western" style="line-height: 100%;">
</p>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-80469552786980441142022-02-14T00:00:00.019-05:002023-03-27T11:02:09.606-05:00Mi amigo, el marqués<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjEiwrLWvlScyRxUkhCnc1H2K8SvNx14fZqb6e7WstieLN1IcCzl60MUds8mzEZlDO9dTMV0AlA6_VUDeIWfDcMBPUDprCukHkCaDpiUmA4eww6SorU0CtlX8P8Bag2AW_gB2mlJ9kGwCJMZCgXBnN9xaFpXpla7r18aO2B3V42kBVR4nnyqKTH_7-7=s320" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="214" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjEiwrLWvlScyRxUkhCnc1H2K8SvNx14fZqb6e7WstieLN1IcCzl60MUds8mzEZlDO9dTMV0AlA6_VUDeIWfDcMBPUDprCukHkCaDpiUmA4eww6SorU0CtlX8P8Bag2AW_gB2mlJ9kGwCJMZCgXBnN9xaFpXpla7r18aO2B3V42kBVR4nnyqKTH_7-7" width="214" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Juan Piqueras</td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Cuando por fin nos dejaron poner un pie en la calle uno de los lugares que visité fue Barranco. Al comenzar a descender por Bajada de Baños aunque quise pasar de largo me detuve frente a esa casa blanca de puertas y ventanas azules en la que innumerables veces había sido recibido efusivamente por Juan y Carmen Piqueras. Asimismo, recordé las muchas veces que, sentados en ese corredor, veíamos bajar y subir a los transeúntes mientras conversábamos de las cosas que pasaban en el país, del último libro que habíamos leído, de la última obra de teatro que habíamos visto y, casi sin querer, de mimo. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgD0yTmuGJ5yBvFVeYVK5S2_ItSwjymX20AGHdT-a9iv6W1ALDhACuPJNmV-wLkjRJNys7g8ypDSwOG1b3NlrSgIglObc997tziOJjLKcd46B3bcF7_GoO1eKP72YX7PXGH7oRsZ_j6IiFsjyUenabdcl3ODM9isuIsbvZlZQar0re8e9ZkDI3nXNml=s640" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="640" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgD0yTmuGJ5yBvFVeYVK5S2_ItSwjymX20AGHdT-a9iv6W1ALDhACuPJNmV-wLkjRJNys7g8ypDSwOG1b3NlrSgIglObc997tziOJjLKcd46B3bcF7_GoO1eKP72YX7PXGH7oRsZ_j6IiFsjyUenabdcl3ODM9isuIsbvZlZQar0re8e9ZkDI3nXNml=w400-h300" width="400" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr></tbody></table><br /><div style="text-align: justify;">Sonriendo, sólo para mi, recordé también las bromas que le gastábamos a Carmen, cuando yo llamaba por teléfono:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">– Aló<br />– Con el poeta de los sueños azules, por favor<br />– ¿Con quién?<br />– Tenga la amabilidad de informarle que le llama el poema sin color.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En el silencio de mi habitación, alcanzaba a oír claramente, a través del auricular, a Juan:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">– ¿Quién llama?</div><div style="text-align: justify;">– ¡Un loco! Pregunta por el poeta de los sueños azules – Oía, entonces, los pasos de Juan acercándose, tomar el teléfono y...</div><div style="text-align: justify;">– ¿Cómo está usted mi querido y dilecto amigo?</div><div style="text-align: justify;">– No tan bien como usted, ilustrísimo marqués del Puente de los Suspiros y Miramar.</div><div style="text-align: justify;">– ¿Quién es? – Alcanzaba a oír que preguntaba, intrigada, Carmen.</div><div style="text-align: justify;">– ¡El vizconde de Yerbateros! – Le informaba, protocolario, mi tocayo.</div><div style="text-align: justify;">– Par de locos. ¡Juanes tenían que ser! – Profería Carmen, mientras se alejaba.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">E iniciábamos una larga charla que terminaba con mi promesa de visitarlos y disfrutar un café en el corredor.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjMKzXmDRQEH_c7r6OLuWUXiyI_5kyOlOaoAGVmuBzvewVrkhKwYfV21cqCHiArjGM7I6h97e4tbQQ54LmArtttcQmrPjszYaVepFuPds5bYtMF7e3s-0s0En3PxvBbbo6aWGl56QxlYQVmB58OzZYyZZH5YjThJ6U25lobTQrq-89EV8PUCayv4S0d=s558" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="419" data-original-width="558" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjMKzXmDRQEH_c7r6OLuWUXiyI_5kyOlOaoAGVmuBzvewVrkhKwYfV21cqCHiArjGM7I6h97e4tbQQ54LmArtttcQmrPjszYaVepFuPds5bYtMF7e3s-0s0En3PxvBbbo6aWGl56QxlYQVmB58OzZYyZZH5YjThJ6U25lobTQrq-89EV8PUCayv4S0d=s320" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br /></td></tr></tbody></table><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-10979622251497687292021-09-13T21:57:00.004-05:002023-09-27T14:20:03.149-05:00Jorge Acuña: Hacedor Del Teatro De Calle <div style="text-align: center;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3A-dOaTZiuu7KqCksjaJ1b2WwbYXALMZxH6y1EYOdR2CGb5gUM0WTvJFEAbXy-3j0xMi_EnF5JuwTwrcOOxLlXxJN7y5qOzOu8Zaf0b64GK0Ux1VITFJIwx1rkb1LRpEPpG7zNx6-Rz0/w229-h320/Jorge+Acu%25C3%25B1a.jpg" width="229" /></div><div style="text-align: justify;">Allá por los años sesenta, mientras las grandes potencias (EEUU y URSS) competían por alcanzar la luna e instaurar su hegemonía en el planeta; aquí, en Perú, un golpe militar asumía el gobierno del país en octubre de 1968 y, el mes siguiente, Jorge Acuña Paredes salía a las calles a hacer lo que sabía.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Instalado en la Plaza San Martín, frente al Círculo Militar, comenzó. A un transeúnte, que se detuvo frente a él, le informó: <i>“tú eres el espectador y yo el actor”</i>. Con esa frase, que eliminaba a todos los intermediarios, comenzó la aventura del teatro de calle. Los diarios limeños comenzaron a informar sobre un loco en la Plaza San Martín. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Jorge llegaba a la Plaza San Martín con una canasta de mercado. Con una tiza blanca trazaba un gran círculo en el suelo alrededor del cual se iban acomodando las personas que transitaban por ahí. Se maquillaba frente a ellos, explicaba brevemente el lenguaje que iba a utilizar y presentaba las pantomimas: <i>“La Sopita de los Pobres”</i>, <i>“El Bañista”</i>, <i>“La confesión”</i>; entre esas historias mimadas, usando un megáfono, intercalaba los cuentos: <i>“El ladrón que robó al ratón”</i> y <i>“La fábula de los ricos”</i>; se despedía quitándose el maquillaje frente a todos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Ahí permaneció por más de 10 años; siendo, por esto, invitado a importantes eventos internacionales como el "Festival de Nancy". El diario “Le Monde”, el más importante de París, refiriéndose a él, notició: "El verdadero juglar del siglo XX". </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Ya en 1976, ese loco, era el autor más leído del país y quizá de toda Latinoamérica; porque, aunque parezca mentira, hasta entonces había vendido más de medio millón de ejemplares de sus cuentos y había sido visto y escuchado, en las calles, por más de dos millones de personas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Uno de esos días, que nos fuimos a “conversar con el psiquiatra” (santo y seña para compartir una cervecita), para iniciar la charla, le pregunté ¿por qué en la calle? Y su respuesta, que después escuché muchas veces, fue: <i>“Yo tenía la idea, la misma que tenemos la gran mayoría de actores, en el sentido de que el pueblo no sabe comportarse frente a los espectáculos: es grosero, insolente y atrevido. Esta idea lógicamente me lo habían impuesto; era tan general que casi todos creíamos que las calles eran el final de la vida misma. Nos habíamos olvidado, y por qué no decirlo: Fuimos engañados. Nadie nos dijo que la vida había empezado ahí, en los campos abiertos, debajo de los árboles, al amparo de sus sombras...”</i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Jorge es un conversador, y fabula con mucha facilidad. En una oportunidad, hablando sobre mi origen huancavelicano, tejió una divertida historia en la que yo me convertía en el rey de la papa. En otra ocasión: contó que, en uno de sus viajes, fue recibido por una comitiva encabezada por un moreno de grandes mostachos que lo estrechó con un gran abrazo y un beso en la boca. ―¿Qué hiciste? Pregunté. ―Cerré los ojos, ―contestó. Los que lo escuchamos, reímos largamente. Nunca sabremos si fue cierto o sólo una broma; él lo decía muy serio, atribuyéndolo a un comportamiento cultural. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Así, “conversando con el psiquiatra”, a instancias de Hugo Suárez, le propuse presentar nuestro espectáculo en una sala. Luego de una mediana resistencia, aceptó. Jorge Acuña, Hugo Suárez, Héctor Arnao y yo formamos un grupo que muy <i>"originalmente"</i> llamamos El Gesto para llevar adelante esta idea.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Mi amigo Aníbal Galindo (Maestro de Kung Fu) nos facilitó el espacio del Círculo Li Kum San y comenzamos a ensayar, <i>El silencio pide la palabra,</i> sin contar aún con un teatro. Decidimos solicitar el auspicio del Instituto Nacional de Cultura y el teatro La Cabaña. Jorge y yo haríamos los trámites. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiApXHvE5oWkyfxCUpOBLk9gJ15qUs_ruNV8wxZFyEhnomWrWQ-uer5OP0DCf6Pmqb1VUBnmmmCe7Sltw8ZAVhM6xvhxLRmqo8yd-PtsHzNN8mO1W9k0D2_3fYWx60IxijjWIg4P-tozPg/s236/DeHector.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="236" data-original-width="236" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiApXHvE5oWkyfxCUpOBLk9gJ15qUs_ruNV8wxZFyEhnomWrWQ-uer5OP0DCf6Pmqb1VUBnmmmCe7Sltw8ZAVhM6xvhxLRmqo8yd-PtsHzNN8mO1W9k0D2_3fYWx60IxijjWIg4P-tozPg/w320-h320/DeHector.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Diseño de Héctor Arnao para el afiche y el programa de mano<br /><br /></td></tr></tbody></table><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Durante los ensayos Jorge sufría una molestia en la rodilla, así que, camino a hacer las diligencias acordadas, le propuse pasar por una tienda de artículos deportivos para comprar unas rodilleras que lo protegieran. Estando en eso, me contó que había sido invitado a participar en un festival de mimo en Irán. Aunque él era regularmente invitado a importantes eventos internacionales, esa invitación me extrañó porque en Irán estaban en plena revuelta contra el Sha Reza Pahleví. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;"><i>Camino al INC. conversábamos:</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: Me duele la rodilla cuando hago “Las puertas”.</div><div style="text-align: justify;"><b>Yo</b>: No te preocupes, con esas rodilleras no vas a tener ningún problema.</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: Ayer, durante el ensayo, casi pego un brinco. No sabía que había unas rodilleras tan blanditas, sólo conocía las que usan los arqueros, son duras y no dejan hacer nada.</div><div style="text-align: justify;"><b>Yo</b>: Estas son las que usan las voleibolistas. Ahora, ¿a dónde vamos?</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: A un montón de sitios. Esto de ser invitado a un festival no es nada fácil. Me mandan los pasajes, pero tengo que pagar los impuestos de salida, el pasaporte, impuestos de viaje y no sé qué tanto más.</div><div style="text-align: justify;"><b>Yo</b>: Oye, pero tú vas a representar a Perú, al teatro peruano. No sé, alguna institución tendría que auspiciarte, tendrían que exonerarte de impuestos. No estás yendo a pasear. Es más, tendrían que darte alguna ayuda para tu bolsa de viajes.</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: La verdad, sobre eso, no he pensado nada.</div><div style="text-align: justify;"><b>Yo</b>: Mira, estamos yendo al Instituto Nacional de cultura ¿Por qué no preguntamos? A lo mejor consigues algo.</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: ¿Tú crees?</div><div style="text-align: justify;"><b>Yo</b>: Con preguntar no pierdes nada, ¿no?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>En el I.N.C.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: (<i>Abriendo exageradamente los brazos</i>) ¡Jorgito! ¡Hermano! ¡Qué gusto de verte! ¿A qué se debe el honor?</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: ¿Conoces al chino? (<i>Refiriéndose a mí, no al gobernante de turno</i>)</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: (<i>Sin mirarme</i>) Sí, sí, claro. Tomen asiento.</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: ¡Qué bonita oficina! Con razón ya no trabajas.</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: (<i>Con una risa forzada</i>) Pero qué dices, justamente, estamos aquí: trabajando.</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: ¿En qué, ah?</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: Trabajamos por la cultura de nuestro país, por las artes. Como tú comprenderás, tenemos muchas limitaciones; nuestro presupuesto es mínimo, nuestras solicitudes no se atienden, nuestro trabajo no se comprende. A veces me paso semanas pidiendo; cuando finalmente aceptan, me dan sólo el diez por ciento; y cuando, después de mucho trabajo, lo brindamos al público: no hay acogida. ¡Si dan ganas de mandar todo al diablo!</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: ¿Y por qué no lo haces?</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: Pero qué dices, los hombres de lucha no nos rendimos. Pero ya, basta de hablar de mis sacrificios; cuéntame, a qué se debe tu visita.</div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: (<i>Dándole el paquete que llevaba en las manos</i>) Bueno hermano, sabiendo el trabajo que realizas por la cultura y el arte de nuestro pueblo, he venido trayéndote un pequeño regalito como reconocimiento personal (<i>me puse pávido</i>).</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: (<i>Abre el envoltorio y se encuentra con las rodilleras</i>) ¡Y esto! </div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: Hay un cuento, sobre un águila que decidió volar al lugar más alto del mundo. Se remontó hasta posarse en el pico más elevado. Cuando llegó allí se dijo: ¡He arribado a donde nadie ha llegado antes! Entonces escuchó una voz, a sus patas, que le decía: ¡No! Yo llegué primero. La majestuosa águila, sorprendida, vio que la voz provenía de un caracol; entonces le preguntó: ¿Y tú cómo llegaste? El caracol le respondió: ¡Arrastrándome! Por eso te he traído ese regalito pues hermanito.</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: (<i>Sonriendo fingidamente, mientras aparta de sí las rodilleras</i>) Siempre jodido este Jorgito.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Jorge y el funcionario reían; mientras yo, desconcertado y rendido, apostaba a que el INC no iba a auspiciarnos ni a darnos el teatro.</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Jorge</b>: Bueno hermano, como tú sabrás, he sido invitado a un festival en Irán. Sabes lo engorroso que es viajar en estos tiempos. He venido a verte para ver si me puedes ayudar en algo. No tengo plata para impuestos y todo lo demás. Pensé que ahora que tú estás en este cargo tan importante, tal vez con una firmita o una llamadita, algo me podrías ayudar.</div><div style="text-align: justify;"><b>Funcionario</b>: No Jorgito, desde aquí no puedo hacer nada. Lo único que puedo hacer es desearte éxito y buen viaje (<i>de pronto hace como si recordara algo</i>) Jorgito me vas a tener que disculpar, pero en este momento tengo que atender un asunto muy importante (<i>Conduciéndonos a la puerta</i>); ya sabes dónde estoy, visítame cuando vuelvas, cuéntame de tus éxitos para ponerlos en nuestras publicaciones. (<i>Mientras nos empuja hacia afuera</i>) Saluda a tu esposa, (<i>dirigiéndose a mi</i>) chau amigo.</div><div><br /></div></div><div style="text-align: justify;">El INC nos “auspició”. El auspicio consistía en exonerarnos del pago de impuesto al espectáculo. Para que el auspicio sea efectivo, en el afiche y programa de mano debíamos poner: Auspiciado por el Instituto Nacional de Cultura. Y nos alquilaron el teatro La Cabaña.</div><div style="text-align: justify;"><div><br /></div><div>Jorge viajó a Irán y recorrió Europa. Aquí nadie reportó nada. Él no pertenecía al <i>Star system</i> local. Volvió a la plaza San Martín. Un par de años después lo acompañé al aeropuerto: se marchaba a Suecia. Al despedirse, iba vestido de negro; llevaba, como bandoleras, una máquina de escribir y un costalillo con sus ropas; coronaba su testa un sombrero en la que bailaba una flor roja. Alguien conjeturó: <i>“este loco va a volver en menos de un mes”</i>. Volvió después de 10 años, pero sólo de visita. Han pasado más de 40 años desde que se fue.</div><div><br /></div><div>Los herederos de su hacer son innumerables. Ahora, casi no hay espacio público, en el mundo, que no esté ocupada por un émulo de Jorge Acuña Paredes. </div></div></div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com7Plaza San Martín, Av. Nicolás de Piérola, Cercado de Lima 15001, Perú-12.0516797 -77.034641-43.5183031869872 -112.19089099999997 19.4149437869872 -41.878391000000022tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-59630145145149760612021-08-27T13:34:00.008-05:002023-05-07T17:28:14.359-05:00Crónica de supervivencia de un mimo errante<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://sites.google.com/site/mimoarcos/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" target="_blank"><img border="0" data-original-height="198" data-original-width="560" height="113" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFRmM9Xz_Zl2FQU6Wjk4qui2GoYSBz4Gviz8zfNUUGaO6t8CiNC72rCjxjc2OwY0_4tHCSpPQPFMvpveTOVoA01dMjKTwCAkfvJqQVqxbEJRIDm-nxzAz-Svp_qzA0HTzmZoVujw-IM50/s320/mja%255B2%255D.jpg" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">Terminaban los setentas: me había convertido en un trashumante impenitente; recorría parques y plazas armando corros en los que ofrecía mi espectáculo. Al terminar, después de pasar el sombrero, recién entonces iba en busca de algo para comer; nunca antes.</div><br /><div style="text-align: justify;">Algunas veces, después de esas funciones, se acercaban algunas personas y me pedían llevar mi espectáculo a otros lugares: fiestas, quermeses, cumpleaños. En algunas ocasiones me llamaban sólo para manipular artículos expuestos para la venta: cocinas, ollas, sartenes, habitáculos de baño, automóviles, camiones, ropa, zapatos, etc. Una vez, una mujer joven me contrató para mostrar a sus amigos su casa nueva; caracterizado de mimo, la acompañé en la puerta y di la bienvenida a los invitados que llegaban; me presentaba como su «marido nuevo», yo estrechaba la mano de todos con una amplia sonrisa, temeroso de que se presentara el «marido viejo». En otra oportunidad, me llamaron para «estar» en un cumpleaños; como no entendía qué quería decir eso de «estar» pedí que se me explicara en qué iba a consistir mi trabajo; ―en nada ―me dijo―, tengo amigos de todas las profesiones: médicos, ingenieros, biólogos, psicólogos, físicos…, pero no tengo un amigo mimo, quiero que estés en mi fiesta como mi amigo mimo. Apocado, le recordé que ese era mi trabajo; ―si si si ―me dijo, ―no te preocupes; no necesitas hacer nada, participa de la fiesta, come, bebe y cuando te canses me dices cuántas horas has estado y te pago. En otra ocasión fui requerido para oficiar una boda, en silencio; en otra, para entregar una joya y procurar el perdón por una infidelidad; también: pedidas de mano, despedidas de casado o celebraciones de divorcio; las fiestas de divorcio de ellas eran más divertidas.</div><br /><div style="text-align: justify;">Un día, mientras estaba en una librería, se me acercó una persona y me preguntó si era el mimo que había visto actuar en el teatro Pirandello, en la ceremonia de graduación de una promoción de psicólogos. Como le respondí afirmativamente me pidió visitarlo en su oficina para conversar sobre mi posible participación en un evento que su club estaba organizando. Convenimos el día, hora y me dejó su tarjeta.</div><br /><div style="text-align: justify;">Esa noche, reunido con unos amigos para jugar unas partidas de ajedrez, entre cafés y pitadas a unos cigarrillos compartidos, lo comenté. Al ver la tarjeta y el nombre del club, me sugirieron que cobrara bien. ―¿Cuánto es bien? Pregunté. ―Mucha plata, es «el club», ―me dijeron.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Digamos que por entonces el sueldo promedio, en el lugar en el que me encontraba, era de unos mil quinientos. Yo, en mis presentaciones no convencionales, solía ganar entre setenta y noventa por presentación. Entonces, ¿cuánto debía cobrar? ¿Cien, ciento…? Temía perder el trabajo si exageraba.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por estar pensando en eso me distraje y perdí la partida, así que me aparté del grupo y me fui a un lado a seguir rumiando el asunto. Iba por el segundo cigarrillo cuando Miguel me preguntó por el día y hora de la cita. ¡Yo te represento! Me propuso. Acepté en el acto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">―¿Tienes zapatos? ―Claro, le dije, mostrándole los que llevaba. ―No, zapatos; esas son botas de electricista. ¿Tienes traje? ―Di un paso atrás y «lucí» lo que vestía. ―¡Ya! (Resignado) te prestaré. ¿Sobretodo? ―Es de mi talla (intervino Dipy). ―¿Fumas en pipa? (Preguntó Jorge) ―Sólo cigarrillos (respondí) ―Tengo una que te puedo regalar, pero ¿sabes fumar en pipa? ―Nunca he fumado en pipa. ―Te enseño. ―Miguel pensó un poco y me preguntó―: ¿Tienes novia? ―¿Novia…? No. ―¿Una amiga? Alguien con quien vayas al teatro, cine… ―Asentí con un movimiento de cabeza. ―Dile que me llame.</div><br /><div style="text-align: justify;">Al día siguiente, Jorge, tras señalarme las partes de una pipa, los materiales con que se construyen, cómo limpiarla, cómo guardarla y mencionarme personajes ilustres que fumaron en pipa, procedió a enseñarme cómo cargarla: primero, tomando un poco de tabaco hizo un rulo pequeño que introdujo en el hornillo diciendo «con mano de niño»; luego, otro, «con mano de mujer» y un tercer rulo «con mano de hombre». Cargada la pipa, me mostró cómo encenderla con fósforos y darle unas caladas. En seguida, me hizo repetir todo el proceso varias veces. Al despedirse, me dejó un libro sobre el arte de fumar en pipa.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Por su parte, «mi novia» habló con Miguel.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El día de la entrevista, me vestí como me indicaron; en un bolsillo llevaba la pipa cargada con Amphora. Cuando llegó «mi novia» casi me caigo de espaldas. Nunca la había visto así. Cuando salíamos: ella iba sin afeites, en jeans, saco térmico y gorra. Si yo la hubiera conocido como la estaba viendo: de traje, abrigo, maquillaje y demás aderezos, seguramente me hubiera mantenido distante, sintiéndola inalcanzable.</div><br /><div style="text-align: justify;">Fuimos a la entrevista. Por toda indicación, Miguel me dijo: «tú no digas nada, déjame a mí». Llegamos. Ya me esperaban. Pasamos a una oficina (tuvieron que traer dos sillas más). Miguel comenzó con un «hola, soy el mánager de Juan». A partir de ese momento mi recuerdo es confuso. No sé por qué, pero escuchar que tenía un mánager me desconcertó. Más aún, me abrumaba oírlo elogiarme y hablar con mucha soltura y dominio de la situación. De los momentos que recuerdo: en uno, decía de mí que era un artista haciendo una tournée internacional. En otro: quien me había citado, ofrecía pagarme dos mil y yo, sintiéndome en un sueño, quería aceptar ya porque eso superaba largamente los cien que yo había pensado pedir; pero Miguel, poniéndose de pie, ponía el grito en el cielo con un rotundo ¡Nooo! ¡Es Juan! Ya lo has visto actuar; (mirándome) ¿en el Pirandello, me decías? Ahí hizo una parte pequeña de su espectáculo, ¡gratis! Por amistad con uno de los graduandos; tú sabes que el caché de un artista como él, por lo menos, triplica eso. Cuando escuché esto último me arrepentí de haber aceptado que Miguel hablara por mí. Ya perdí, me dije, seguro de que se iban a reír de lo que «mi representante» pedía y de que me iban a echar con un puntapié en el trasero. Pero no, quien decidía hizo una pausa, miró a «mi novia» (la pipa casi se me cae de las manos), sonrió y llamó por teléfono a un directivo. Al colgar, pidió una rebaja que mi mánager aceptó «a disgusto». Acordamos el lugar, fecha y hora de la presentación; así como un adelanto.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Salimos de la entrevista y nos fuimos a comer y beber con el anticipo. Compartiendo un vino, mi mánager renunció: «ya viste cómo se hace, no es nada del otro mundo».</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Volví a parques y plazas, por lo de siempre. Algunas veces, contratos; pero ni remotamente parecidos. Por mi cuenta, nunca pude hacer un trato como ese.</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-63258360080598742702021-08-11T09:49:00.005-05:002023-05-09T00:56:31.941-05:00Un camino para la libertad [1]<p style="text-align: justify;">Llegábamos de uno en uno a eso de las seis y media de la tarde. Nos quitábamos la ropa en silencio y nos poníamos algo muy simple: un pantaloncillo corto y una camiseta sin mangas, descalzos. Mientras esperábamos la llegada de los demás, nos movíamos buscando alguna molestia en el cuerpo para deshacernos de ella. Al dar las siete, ya estábamos todos.[2]</p><p style="text-align: justify;">A esa hora, el maestro contaba a los presentes y ordenaba un número de repeticiones por cada uno: 50, 80 ó 100. Si éramos 10 y había ordenado 50, significaba 500 repeticiones de cada forma que practicaríamos ese día. Los viernes invariablemente ordenaba 100. Esto tomaba dos tercios de la clase, luego seguía el momento de ensayar combinaciones (una suerte de boxeo de sombra), concluíamos con unas peleas en las que cada uno participaba, por instrucción del maestro, sin ganas de ganar y sin ganas de perder.</p><p style="text-align: justify;">El primer lunes de cada mes nos enseñaba una forma nueva de golpear, derribar, someter y cómo defenderse de ellas.</p><p style="text-align: justify;">Seguí estas prácticas durante algunos años, tres veces por semana, como quien practicaba un deporte o iba al gimnasio para estar físicamente saludable, nada más. Iba y siguiendo las enseñanzas del maestro repetía el golpe, el agarre, la defensa, pero siempre mejor.</p><p style="text-align: justify;">Nunca había probado la utilidad ni la eficacia de eso que practicábamos. Digo “eso” que practicábamos porque no tenía un nombre como futbol, basquetbol o natación; para nosotros era algo así como jugar a pelear[3]. Por lo demás, el maestro nos tenía prohibido meternos en problemas: “si pelea calle, no venga”.</p><div style="text-align: justify;">Un día, mientras esperaba mi transporte en la esquina de una avenida, un hombre comenzó a arrastrar a una mujer. Al principio no entendí lo que pasaba, pero casi inmediatamente me di cuenta de que el sujeto quería robarle la cartera y la dueña no se desprendía de ella. Por un instante me quedé paralizado por el miedo, pero recuperando el valor enfrenté al delincuente instándolo a que la dejara. Éste, enojado por no poder salirse con la suya, se volvió hacía mí dispuesto a desquitarse conmigo y, vociferando unas groserías, me atacó. En ese momento mi ser aceptó la situación; mi respiración, que se había agitado por el temor, se calmó; mi cuerpo se deshizo de tensiones innecesarias y mis pensamientos guardaron silencio. Automáticamente esquivé su embestida y contraataqué sin pensar en cómo. Lo vi sentarse en el suelo tomándose el costado mientras, con desesperación, trataba de respirar. Levanté a la señora, la ayudé a subir a un ómnibus y me fui.</div><p style="text-align: justify;">Años después, luego de terminar mi participación en un festival de artes escénicas, recordé este incidente. El programa del día se había retrasado más de una hora y el público estaba impaciente. Los colegas que me antecedieron, afectados por la situación, hicieron unas presentaciones pobres. El temor al fracaso comenzó a dominarme y decidí no exponerme, pero me anunciaron: instantáneamente me serené, mi cuerpo se templó y prevalecí. Mi preparación, como aquél día, me dio lo que necesitaba para enfrentar la situación. En el Arte (marcial, teatral, musical, etc.) el camino de la libertad está en la repetición[4], pero siempre mejor.</p><p style="text-align: justify;">__________</p><p style="text-align: justify;">[1] No se es libre cuando uno hace lo que quiere en circunstancias favorables, sino cuando éstas podrían contenerlo.</p><p style="text-align: justify;">[2] A esa hora se consideraba que los presentes éramos todos los que íbamos a participar, nadie más.</p><p style="text-align: justify;">[3] Ahora diríamos Artes marciales. En esos años no lo llamábamos así, tampoco karate. El Judo y el Karate como disciplinas deportivas llegaron después. Como todo deporte federado, tenían un uniforme que las distinguía y además unos cinturones de colores que señalaban el nivel de pericia o maestría de cada practicante. Al notar eso, le pedimos al maestro que nos asignara unos. Él preguntó para qué, cuando se lo explicamos sólo se rio mucho.</p><p style="text-align: justify;">[4] En el ensayo. </p>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-28522847348110070552021-07-24T16:59:00.009-05:002023-03-23T15:15:10.944-05:00El vacío y la técnica<p align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0cm; text-align: right;">
<span style="font-size: x-large;">El vacío y la técnica</span><a href="file:///E:/Juan%20Arcos/Respaldo/DDOOCCs/El%20vacio%20y%20la%20tecnica.docx#_ftn1">[1]</a>
</p>
<div style="text-align: right;"><br /></div>
Juan Arcos<br />Escuela Nacional Superior de Arte Dramático<br />Lima, Perú<br />2016<p align="right" class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: right;">
<span style="font-size: 16pt; text-align: justify;">EL VACÍO</span>
</p>
<div style="text-align: justify;">
El año 1973, siendo estudiante en la Universidad Católica, vi a un hombrecito
extraño caminando por el campus de la universidad. Su aspecto llamó mi
atención: pequeño de estatura y casi desnudo a no ser por la pequeña y ligera
manta que llevaba sobre un hombro y un lienzo de tocuyo sujeto alrededor de la
cintura que le cubría hasta un poco más abajo de las rodillas, descalzo. Se
animó mi curiosidad y lo seguí. Ingresó a un aula que, para mi mayor
extrañeza, rápidamente se llenó de maestros y alumnos. Un profesor lo presentó
al auditorio como Swami Tilak, añadiendo: un verdadero maestro de maestros.
Cuando Swami Tilak tomó la palabra comenzó una ceremonia que, a mí, se me
antojó religiosa; al ritmo de una especie de sonaja de chapas, que él mismo
manipulaba, entonó algunos cánticos ininteligibles. Al terminar comenzó su
disertación diciendo: el profesor Bertrand Russell se equivoca cuando dice que
el cero es la nada. Las siguientes dos horas, que me parecieron 5 minutos,
explicó por qué. Mientras lo hacía, hizo un dibujo como éste:
</div>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-PE"></span>
</p>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiCtKj_7cc486Utz170ysbhNSuwiekJyHfRSxNdVJr6zjbDveLWH16DpZuT68Zf3zMIGCjcyyl7KSvgO6RiMny9Q3BjNS1P5Sa7XJjbOV6rqT2bBxKEGRjoHBz9jbenxyFTU5cJoJWUJ8/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="193" data-original-width="320" height="121" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiCtKj_7cc486Utz170ysbhNSuwiekJyHfRSxNdVJr6zjbDveLWH16DpZuT68Zf3zMIGCjcyyl7KSvgO6RiMny9Q3BjNS1P5Sa7XJjbOV6rqT2bBxKEGRjoHBz9jbenxyFTU5cJoJWUJ8/w200-h121/image.png" width="200" /></a>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 10.6667px;">Figura 1</span>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
<p></p>
<div style="text-align: justify;">
Ahí, donde él ve nada<a href="file:///E:/Juan%20Arcos/Respaldo/DDOOCCs/El%20vacio%20y%20la%20tecnica.docx#_ftn2">[2]</a>
(en el punto cero), decía, yo veo todo: imagen real y virtual (flecha hacia
arriba y hacia abajo). El cero, no es la nada; el cero es todo el universo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Me fue imposible no relacionarlo con unas líneas del manuscrito del vacío, de
Musashi Miyamoto, en El libro de los cinco anillos: “… el vacío no existe […].
Cuando la gente no entiende algo, considera erróneamente que eso es vacío”
(Miyamoto, 2013:119). O el Tao Te King (libro clásico chino), ahí se lee: “La
arcilla se trabaja en forma de vasos / Y en el vacío reside la utilidad de
ellos. […] Así de la no-existencia viene la utilidad y de la existencia la
posesión” (Lao Tse: 1977: 47). En el mismo libro: “Ser y no-ser se engendran
el uno al otro” (p. 29). Esto es, por ejemplo: el sonido nace del silencio; el
movimiento, de la quietud; etcétera. La ausencia de uno de los pares
significaría la desaparición del otro. Ausente el silencio, no sería posible
hacer música, por ejemplo.<span></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Retomando, así como en la tarea del “hacer” se desestima el “no-hacer”, cuando
se trata del “conocimiento” tendemos a desdeñar el “desconocimiento”;
olvidando que todas las cosas tienen su aspecto positivo y negativo. Por
ejemplo: el “saber” nos incapacita para ver las cosas espontáneamente, si no
fuera así usted leería sin dificultad el siguiente párrafo:
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
.<a href="file:///E:/Juan%20Arcos/Respaldo/DDOOCCs/El%20vacio%20y%20la%20tecnica.docx#_ftn3">[3]</a>sotca sortseun y sotneimasnep sortseun aledom ribicrep on le omóc somabicrep
on otnat atsah raibmac arap recah somedop ocop somibicrep on euq ol somibicrep
on euq odad Y. somibicrep euq ol rop odatimil átse somecah y somasnep euq ol
ed ortcepse lE<span></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En nuestro mundo (occidental), la palabra “conocimiento” refiere a una
facultad humana que nos permite comprender la naturaleza, cualidades y
relaciones de las cosas gracias a la capacidad de la mente de establecer
relaciones entre ideas y conceptos y obtener conclusiones o formar juicios.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Las ideas y los conceptos (representaciones de la realidad a través de algún
sistema de signos convencionales) son, pues, las sustancias con las que se
edifica el conocimiento. Por eso, si no podemos representar la realidad por
medio de algún sistema de signos convencionales, creemos que no sabemos… pero
sabemos. Por ejemplo: un recién nacido sabe hacer todo lo necesario para vivir
(respirar, mamar, orinar, defecar), aunque le sea imposible explicarlo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En general, damos por sentado que cuando tomamos decisiones éstas son
racionales, fruto del análisis del asunto en cuestión, totalmente exenta de
frivolidades; no producto del cara o sello. En realidad, a menos que se
disponga de todo el tiempo del mundo, las cosas no son así. Las decisiones
cotidianas dependen de presentimientos. Una “inteligencia” que actúa sin plan.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
¿A qué viene todo esto? A que en los últimos años hemos venido enfrentando la
condición de maestros de algo íntimamente ligado a la creación, cuyo
procedimiento no tiene modo establecido.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La práctica, en este terreno, nos viene mostrando que el proceso específico no
es de tipo intelectual. Pero, cuando un joven se presenta a estudiar nuestra
disciplina, lo hace en procura de que le enseñen cómo se hace. Ante esta
situación la tentación del profesor es muy grande, hacer lo más fácil:
trasladar formas, técnicas. Procedimiento inútil. Esas formas, técnicas, así
aprehendidas, le servirán muy poco, al estudiante, cuando las necesite.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En la formación, si la técnica es necesaria, debe ser desarrollada después de
que el estudiante haya confrontado sus posibilidades, cuando no pueda
materializar una demanda de su mundo interior, me decía Ángel Elizondo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para explicarme voy a circunscribirme a la formación de la dimensión corporal
del estudiante. En ella, por ejemplo, al interesarnos la expresión corporal,
suele ser el propósito inicial en el dictado de la asignatura inculcar en el
estudiante un estilo de movimiento. Discrepo con esto. Lo he visto y
experimentado, primero, como estudiante; luego, durante las visitas que
realicé a escuelas de teatro en Latinoamérica y Europa.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si representamos a una persona con la figura del iceberg, lo visible (B)
correspondería a la cabeza y lo oculto (A) al cuerpo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrVHLF9LGgrX0u-Flk5cez7RSZp3t3B_Godvkk-MmgBJSmm9VhGG9khiDs4p3HjhNgKiv9D-okz1rGyfDDc3Ki1KBYn_MpdqBrBVRrhHhdhQT6Ov-ZR2nmtNNd0JdXQahLKjtcu8leBIU/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="155" data-original-width="143" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrVHLF9LGgrX0u-Flk5cez7RSZp3t3B_Godvkk-MmgBJSmm9VhGG9khiDs4p3HjhNgKiv9D-okz1rGyfDDc3Ki1KBYn_MpdqBrBVRrhHhdhQT6Ov-ZR2nmtNNd0JdXQahLKjtcu8leBIU/w184-h200/image.png" width="184" /></a>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 10.6667px;">Figura 2<br /><br /></span>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZJZxSuEXGf9dmbvPRahAYR7MXYxkoKYYFLamqeR5MK2X5cVcNX61DBy7xZz4S-f7CqTF8uDz80n8wGDehSLy5xPq95Kx7cQNJseJQcoCT00WW_0kBhFhffbJhr_UMZV3ifBVJR5kaud8/" style="font-size: 8pt; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="155" data-original-width="59" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZJZxSuEXGf9dmbvPRahAYR7MXYxkoKYYFLamqeR5MK2X5cVcNX61DBy7xZz4S-f7CqTF8uDz80n8wGDehSLy5xPq95Kx7cQNJseJQcoCT00WW_0kBhFhffbJhr_UMZV3ifBVJR5kaud8/w76-h200/image.png" width="76" /></a>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 10.6667px;">Figura 3<br /><br /></span>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</div>
<div align="center">
<br />
<div style="text-align: justify;">
El “exterior” tiene un cuerpo visible, el “interior” no. Es más, no quiere
tenerlo. Conseguir que lo “acepte” es un proceso penoso. Debemos tener en
cuenta que a diferencia de la mayoría de creadores artísticos, que elaboran
su producto en la intimidad de su estudio o taller donde el “interior” no
teme verse expuesto abruptamente, el actor debe hacerlo en público. Pedirle
que se “exprese” a un sujeto “dividido” es en vano.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por eso, si “enseñar no es conducir a los estudiantes por nuestro camino
sino ayudarlos a encontrar el propio”, tenemos que apartarnos de ese
procedimiento. La tarea de la asignatura consiste en poner en contacto el
“interior” (el contenido, la verdad) con el “exterior” (la forma) y hacer
uno con estos dos fragmentos del individuo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
B debería ser expresión de A. Pero no es así. A no tiene medio de expresión
o no quiere tenerlo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esto no se resuelve enseñando técnicas de movimiento. Así, estos, provengan
de la danza clásica, moderna, mimo, pantomima, o de alguna cultura exótica.
Musashi Miyamoto, en su Manuscrito de la tierra dice: “Actualmente, no sólo
el arco, sino también las demás artes poseen más flores que frutos. Dichas
técnicas son inútiles cuando se presenta una auténtica necesidad” (p. 39).
En el Manuscrito del viento: “Cuando se enseña un excesivo número de
movimientos, se hace para comercializar el arte e impresionar a los
principiantes con el conocimiento de muchos movimientos. Esta actitud debe
ser evitada” (p.107).
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El trabajo tiene que comenzar dotando a A de un cuerpo. Si conseguimos esto,
habremos logrado que el alumno “exprese”, es decir: establezca un circuito
de comunicación entre “A” y “B”.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Según nuestra experiencia, cuando un estudiante se presenta a una clase de
expresión corporal acude con la idea de que hará gimnasia o secuencias de
movimientos. Por eso, cuando se le pide que se prepare para la clase,
comienza a desarrollar series de ejercicios gimnásticos que aprendió en
algún taller o con algún grupo. Ubicado en un lugar donde sea fácil verlo
ofrece lo mejor de su repertorio, es decir, lo que aprendió allí. Así,
limitándose a moverse como le “enseñaron”, otorgando mayor valor a lo que
alguien le dijo que a lo que es capaz de hacer, renunciando voluntariamente
a su personalidad, parte mal. En consecuencia, comienza a generar una
crisis: piensa, siente, de una manera y actúa de otra.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así, dividido (condenada su naturaleza a la oscuridad del inconsciente), no
es de extrañar que espere que se le diga lo que tiene que hacer o, en el
mejor de los casos, repita lo que le enseñaron o vio en algún lugar.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Esta conducta no es de extrañar en una sociedad como la nuestra, es sólo la
consecuencia de un sistema que, usando todos sus medios, permanentemente
busca uniformarnos en todo: gustos, necesidades, procedimientos, etc., para
vendernos los productos que elabora en serie. Probablemente esta aseveración
parezca exagerada. Pregunto: ¿qué talla de camisa usa usted? ¿S, M, L?
¿Cuánto calza? Pues le aseguro que no. Una de ellas le acomoda, como a
cientos de miles que no tienen ni su peso ni su estatura. El sistema nos
hace creer que esa es nuestra medida para mejorar sus beneficios. Darse
cuenta de esto es muy simple, con la moda las dimensiones de las tallas
varía, pero nosotros las aceptamos porque “así se usa ahora”. Por la moda
uno sacrifica no sólo su comodidad sino, lo que es más patético, la
personalidad.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
De entrada, pues, vestimos un “exoesqueleto” de movilidad mínima que limita
nuestros movimientos, desprendernos de ella es doloroso, traumático en la
mayoría de los casos, pero debemos hacerlo. El estudiante tiene que superar
esto; revertir las cosas, unirse; no puede seguir dividido.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Por eso no comienzo enseñando a moverse de una determinada manera. Y si
desarrollo algún tipo de gimnasia no es con el propósito de alcanzar algún
“progreso físico” en términos atribuibles a las virtudes de ésta, sino de
reconocimiento de las cualidades y potencialidades musculares.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La primera tarea consiste, pues, en armonizar lo consciente con lo
inconsciente.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Expresarse corporalmente, desde el punto de vista que nos interesa, no es
cuestión de moverse solamente. Si el estudiante tiene 18 años, los ha pasado
aprendiendo a conducirse como “otros” le señalaron; todo “impuesto” desde
afuera.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En más de una ocasión, al hablar de este momento: el comenzar, mis
interlocutores me han preguntado por las rutinas de ejercicios con las que
inicio mis lecciones y se han decepcionado mucho cuando les decía que no
tenía ninguna. Creo que más de uno ha pensado que le ocultaba mi secreto.
Secreto, no tengo ninguno. Sólo sigo el consejo del maestro Lee: “aférrate a
lo que no tiene forma. Hay mucho que aprender de lo que no es”.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Mi plan es simple. Para comenzar busco que el estudiante se reconcilie
consigo mismo, que redescubra o descubra y acepte y valore los movimientos
que le nacen y puede hacer. Que, basado en lo que quiere exteriorizar,
ejecute movimientos libremente. Por ese camino comienzo a ayudarle a
levantar una imagen recobrada de sí. Esto no es posible si se comienza
enseñándole a moverse como otro.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero, dar la libertad de moverse no hace que una persona se mueva
libremente. Cuando algún canario, de esos que viven en cautiverio por
generaciones, escapa, su única posibilidad de sobrevivir radica en volver a
ser enjaulado; han pasado tantas generaciones en encierro que han “olvidado”
cómo ganarse la vida en libertad. Así pues, en este momento, pidiendo a los
estudiantes que se muevan libremente estos muestran no saber hacerlo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Puede haber una gran agitación interior, de hecho, la hay, pero su
manifestación exterior, a través de una actividad física, es mínima o nula.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como todos, seguramente, comienzo indicando a los estudiantes que se muevan
libremente de todas las formas que se les ocurra, tratando de no repetir ni
copiar a los compañeros; descubriendo o inventando siempre una forma
diferente. En muy poco tiempo “agotan su repertorio” y, para continuar,
repiten lo que ya hicieron o “piensan” en otra manera de moverse. En ambos
casos, considero, abandonan el ejercicio. Y no es que no tengan más
posibilidades, es solamente que agotaron las formas de movimiento que
aprendieron o que su autocensura (social) aprueba.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces piden música. En nuestra opinión, ceder a esta petición sería un
error porque la música actuaría no sólo como un estímulo sino también como
guía de los movimientos; eso no les reportaría ningún beneficio, por el
contrario, incurriríamos en un error análogo al señalado al principio porque
la música es un estímulo al que estamos acostumbrados y entrenados a
responder, probablemente, desde antes de nacer.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Como el trance no es sencillo (dejar la música), en un primer momento he
tenido que buscar una manera de auxiliarlos. Con ayuda de unas claves los
insto a moverse buscando que no piensen en lo que “deben hacer”, menos en la
forma. Como no buscamos un dominio únicamente técnico, trato que la
frecuencia del golpe sea a destiempo para evitar que arreglen cadenas o
secuencias de movimientos.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando el estudiante ha interiorizado el procedimiento, ejercitado ya en
pensar sin idear; a fin de poder intervenir inmediatamente en su trabajo,
también recurro a un metrónomo al que le varío el tiempo en cuanto veo que
aparecen series o secuencias de movimientos. Mantener la misma pulsación
también puede conducir a “formar estructuras de movimiento”; para evitar
esto varío la frecuencia de las pulsaciones haciéndolas más lentas, más
rápidas, moderadas, etc.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A estas alturas seguramente se preguntará porque me niego a esto último,
pues porque ése es el principio del baile… y no nos interesa bailar.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Lo hago así para urgirlos a moverse y evitar que se detengan a pensar en
cómo moverse. El pensamiento detiene el movimiento, y siempre que uno se
para tiene que volver a comenzar, y se comienza partiendo de una estructura
conocida, estructura que queremos romper, comenzar a superar.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Cuando alcanzamos un nivel razonable de éxito, en lo que nos hemos
propuesto, retiro el metrónomo y pido que continúen. La velocidad, ritmo,
frecuencia, etc. lo dejo librado a la voluntad del que hace el ejercicio.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Habiendo alcanzado alguna libertad en las posibilidades de movimiento,
comienzo a usar los estados de ánimo con el que llegan a clase. Les pido que
lo utilicen como estímulo o impulso para moverse: la riña con la pareja, el
disgusto con el cobrador de la combi, la alegría de recibir un regalo, la
satisfacción de haber visto cumplido algo deseado, etc. Hasta agotarlo,
verdaderamente, como el llanto un dolor. Conseguido esto paso a trabajar con
sus deseos, luego sensaciones, etc. En ningún caso indico línea de
movimiento alguno; trabajan solos, construyendo, a través del movimiento,
una vía que una el mundo interior con el cuerpo; para conseguir ser afuera
como se es adentro; para, “habiendo aflojado el nudo”, ir “vaciando” (de “no
puedo”, “no sé qué hacer”, “no sé cómo se hace”), el espacio interior.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Durante el desarrollo de esta tarea se puede ver que algunos estudiantes
trabajan con alguna parte de su cuerpo más que con otra, en esos casos les
pido que canalicen su esfuerzo a esas partes “ociosas”.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si hacemos un símil con la expresión oral; hasta este momento, si hemos
alcanzado nuestros objetivos, el estudiante sólo ha pasado de mover la boca
a hacer ruidos, emitir sonidos. Para conversar, interrelacionarse con otros,
tiene que aprender a usar estos sonidos; reconocer cómo los produce, cómo
suena, sus variaciones, a articular un sistema de signos convencionales con
esos sonidos.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
</div>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<span lang="ES-PE" style="font-size: 16pt; line-height: 150%;">LA TÉCNICA<o:p></o:p></span>
</p>
<div style="text-align: justify;">
“Si en Europa alguien descubre que moviendo la oreja izquierda mientras se
guiña el ojo derecho y se para el pito central, los actores se calientan, ¿qué
nos importa? En Brasil –y en toda América Latina– tenemos que usar el samba,
todos nuestros ritmos, que nos calientan tanto o más” (Boal, 1982:18). El
maestro Augusto Boal nos llama la atención sobre algo que en nuestro medio ya
había notado Sebastián Salazar Bondi: “somos la cultura de la copia”.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La técnica está ligada al apuro del individuo durante la ejecución de alguna
tarea, intrínseca a sus necesidades, no [puede ser] algo reglado por otras
personas.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Dice Frantz Fanon, en su obra "Los condenados de la tierra", que no hay mejor
defensor de las culturas colonialistas que el colonizado que ha sido entrenado
por el colono; pues una vez adquiridas las pautas de conducta, valores,
creencias e ideologías del colonizador, el colonizado resultaba, en la
práctica, "más papista que el Papa". En el mencionado libro, Fanon dice
textualmente:
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;">
<div style="text-align: justify;">
<i>El intelectual colonizado, en el momento mismo en que se inquieta por
hacer una obra cultural no se da cuenta de que utiliza técnicas y una
lengua tomadas al ocupante. Se contenta con revestir esos instrumentos de
un tono que pretende ser nacional, pero que recuerda extrañamente al
exotismo. El intelectual colonizado que vuelve a su pueblo a través de las
obras culturales se comporta de hecho como un extranjero. Algunas veces no
vacilará en utilizar los dialectos para manifestar su voluntad de estar lo
más cerca posible del pueblo, pero las ideas que expresa, las
preocupaciones que le invaden no tienen nada en común con la situación
concreta que conocen los hombres y mujeres de su país (Fanon,
1980:204).</i>
</div>
</blockquote>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si bien, lo afirmado por Fanon, está referido a la cultura negra y su relación
con Europa y no se ajusta estrictamente a nuestra situación, sí nos permite
entender algunas de nuestras prácticas.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Claro, este no es un fenómeno sólo peruano. Recuerdo una anécdota: en una
oportunidad estando en Berlín quise comprar música tradicional alemana. Quien
me atendía me preguntó por las características de lo que quería. Le dije que
sólo me interesaba que fuera buena. Entonces me replicó: si es música
tradicional alemana no puede ser buena, y puso en mis manos unos catálogos de
música country norteamericana.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Fanon dice: "no puede avanzarse resueltamente, sino cuando se toma conciencia
primero de la enajenación". Por su parte, Lao Tse dictamina en uno de sus
aforismos: “Quien se conoce a sí mismo es fuerte”. Conocerse es la raíz. Y
como toda raíz, mientras más profundo sea el conocimiento de nosotros mismos,
mejor será nuestro desarrollo.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sé que lo común es pensar de una manera y actuar de otra, aceptar la teoría y
resistirse a la práctica. Debemos superar esto. En un ejercicio como el
nuestro, una persona así está limitada. Busquemos que lo externo (la forma, la
técnica) sea una consecuencia de lo interno.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
“Yo admiro a un actor cuando su técnica es tan perfecta que se hace
invisible”, manifiesta Uta Hagen en su libro Un reto para el actor (p. 72). Si
pues, el arte del actor no se basa en un dominio físico, en ningún caso es el
logro de algo exterior, el artista tiene que rebasarlo; el cuerpo es sólo la
plataforma.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La técnica (eficiencia en la acción) tiene que “pertenecerle” al usuario sino
será un obstáculo en lugar de ayuda. ¿Cómo lograr esto? Cómo hacer para no,
solamente, aprehender la técnica. Que no se quede a nivel consciente, que el
dominio emane de lo inconsciente. Creo que para que algo que está afuera (una
técnica ajena) pueda entrar tiene que haber la posibilidad de que entre, tiene
que haber “espacio” (estar vacío).
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recuerdo una de esas historias orientales que podrían ilustrar esto: se acerca
el discípulo al maestro solicitando enseñanza. El maestro se la brinda.
Entonces el discípulo argumenta cuestionando la enseñanza. El maestro, que se
encontraba sirviéndose una taza de té, continúa vertiéndola hasta derramarla.
Cundo el discípulo lo alerta sobre eso, el maestro le dice: ¿Cómo puedo darte
una enseñanza si tú, como esta taza, estás lleno de tus propias opiniones?
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La tarea consiste, pues, en “vaciar” el “interior” preparando las condiciones
para el ingreso de la técnica.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: center;">
Si el “interior” está lleno, la técnica se alojará “afuera”.
</div>
<div style="text-align: justify;">
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIEGs1wDc8c-Li6m6bD4itRzqjlNJmIw60pTsJ437HgRGkGZKLu1HpRzkuZlikTgGyy6qs8v3Z3zkcvz7R2vNDi7U-iTbYYSQWXrbtZECHEUhF5yOiYAE8AfgWLmA5t1C1WUF_NXMbGNk/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="231" data-original-width="187" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIEGs1wDc8c-Li6m6bD4itRzqjlNJmIw60pTsJ437HgRGkGZKLu1HpRzkuZlikTgGyy6qs8v3Z3zkcvz7R2vNDi7U-iTbYYSQWXrbtZECHEUhF5yOiYAE8AfgWLmA5t1C1WUF_NXMbGNk/" width="194" /></a>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 10.6667px;">Figura 4<br /><br /></span>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: center;">Si está vacío, adentro.</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9A-Y4a-_XpRvHyyTdvSRHiMVYTIa-R0RK3Q0w2PekghplYH2sZqjncXs4d7tf3AyLWSIO9fkY0PQnj7CnuD3aaubAR0u-NDCbz2o9_7wWzMvm-Ghr7Zi-s3ysKvWpExaG4nluWvnPsTQ/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="231" data-original-width="188" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9A-Y4a-_XpRvHyyTdvSRHiMVYTIa-R0RK3Q0w2PekghplYH2sZqjncXs4d7tf3AyLWSIO9fkY0PQnj7CnuD3aaubAR0u-NDCbz2o9_7wWzMvm-Ghr7Zi-s3ysKvWpExaG4nluWvnPsTQ/" width="195" /></a>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;">
<span style="font-size: 10.6667px;">Figura 5<br /><br /></span>
</td>
</tr>
</tbody>
</table>
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque así como cuanto más se tiende un arco más lejos llega la flecha, cuanto
más a fondo ingrese la técnica su efecto, “al salir”, será más potente.
</div>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%;">
<span lang="ES-PE"><o:p><br /></o:p></span>
</p>
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisWN68r7YFULeveUrn2qf-Fwqpvkb8VakZRm02ttqHMYE12NtCHOuGQ6hTnTRg5kvpOTF2Yk3_MXmTDcQe7Bll4qhzMneZ71zFOugIpnDd-maNN2CesiLlhE2AXjR_IkGusJkmR0ySlcs/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisWN68r7YFULeveUrn2qf-Fwqpvkb8VakZRm02ttqHMYE12NtCHOuGQ6hTnTRg5kvpOTF2Yk3_MXmTDcQe7Bll4qhzMneZ71zFOugIpnDd-maNN2CesiLlhE2AXjR_IkGusJkmR0ySlcs/w159-h200/image.png" /></a>
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;">Figura 6 </td>
</tr>
</tbody>
</table>
<span lang="ES-PE"><br /><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;">
<tbody>
<tr>
<td style="text-align: center;">
<img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbg4opGga3mQsyH7R-fSuf5OTO1oRMnHjknIy0iRlyDq4gRmTki3R47ufoYDjKWA04tqjv2uIlhF5eQTQk_qGcc0Kd_d5RYQd4NInr-bOcBOBZxEZH2vtFZ73WMzmgPyADKt_9qmJLMEo/w200-h160/VolcanX.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" />
</td>
</tr>
<tr>
<td class="tr-caption" style="text-align: center;"><br />Figura 7</td>
</tr>
</tbody>
</table></span>
<p></p>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
En el futbol también se dice: si nadie nota al árbitro es que hizo bien su
trabajo. Por otro lado, los amantes de este deporte sabemos que los grandes
jugadores “nos hacen creer” que jugar al futbol es fácil, los mediocres nos
recuerdan que no.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Otra historia que ilustra esto: unos Doctores, interesados en conocer el Zen,
visitan un monasterio y pasan unos días ahí. Concluida su estancia, a manera
de despedida, les ofrecen una comida. Ya al partir, conversando con el Abad,
éste les pregunta si la comida fue de su agrado. Responden afirmativamente,
pero además mencionan la forma extraordinaria en que fueron atendidos por una
de las jóvenes. Es que está aprendiendo, explicó el Abad. Al notar la
extrañeza de los visitantes les preguntó: ¿notaron cómo los atendía Mei Lin?
No, respondieron. Es que ella es una Maestra, precisó el Abad.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Si se consigue esto es que la técnica ya no es técnica, es una necesidad del
ser. Sin nada que la contradiga, no se notará; parecerá que siempre se fue
así, que nunca se aprendió.
</div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Para concluir: no debemos confundir la clase de expresión corporal con una de
gimnasia.
</div>
<div style="text-align: right;"><br /></div>
<div style="text-align: right;"><br /></div>
<div style="text-align: right;"><br /></div>
<div style="text-align: right;"><br /></div>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
Bibliografía
</p>
Boal, A. (1982). Técnicas latinoamericanas de teatro popular. México: Nueva
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<p class="MsoListParagraphCxSpLast" style="line-height: 150%; mso-list: l0 level1 lfo1; text-indent: -18pt;">
<!--[if supportFields
]><span lang="ES-PE" style='font-family:"Bookman Old Style","serif"'
><span style="mso-element:field-end"></span></span
><![endif]-->
</p>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://www.blogger.com/#">[1]</a> Lo que digo aquí me fue informado
por mis maestros: Li y Elizondo, o tomado de El libro de los cinco anillos,
Palabras sobre el mimo, etc. Claro, pasados por el tamiz (penoso) de mi
comprensión.
</div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://www.blogger.com/#">[2]</a> Nada: inexistencia total o
carencia absoluta de todo ser (DLE)
</div>
<div style="text-align: justify;">
<a href="https://www.blogger.com/#">[3]</a> “El espectro de lo que pensamos y
hacemos está limitado por lo que percibimos. Y dado que no percibimos lo que
no percibimos poco podemos hacer para cambiar hasta tanto no percibamos cómo
el no percibir modela nuestros pensamientos y nuestros actos” (Ronald D.
Laing)
</div>
Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-3159166177760127802021-06-29T15:21:00.026-05:002023-03-23T15:31:40.592-05:00Cronicón: Mimo<div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="text-align: justify;">Este artículo comienza con unas breves referencias, regularmente
aceptadas, de la historia del mimo y de la pantomima. Sigue con menciones
vinculadas a los gérmenes contemporáneos de este arte citando los primeros
escarceos de Étienne Decroux al formular los fundamentos físicos y
filosóficos de un teatro que prescindirá de la palabra; las ideas de
Jean-Louis Barrault, su primer alumno y colaborador, y a Ángel Elizondo,
nuestro maestro, que, habiendo bebido de las fuentes, reinterpretó
creativamente las ideas de Decroux y Lecoq.</span></div><div style="text-align: justify;">
</div>
</div>
<p style="text-align: justify;">
<b><i>Introducción</i></b>
</p>
<p style="text-align: justify;">
Hace algunos años, cuando me interesé en el mimo, buscando dónde aprender,
encontré que en nuestro país esa posibilidad se limitaba a la información que
podían compartir algunas personas que en los años 50 alcanzaron a ver a Jean
Louis Barrault y un poco después a Marcel Marceau. Ese testimonio se limitaba
a la apología de esos artistas franceses que visitaron Lima por entonces; a la
descripción maravillada de las historias silenciosas que habían presenciado,
no sabían decir más; a lo sumo, que se trataba del «arte del silencio»; pero
no, si se aprendía o dónde.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Así, en Perú, durante mucho tiempo la formación de un mimo se limitó al
esfuerzo por parecerse a Marcel Marceau reemplazando la voz por un penoso
lenguaje de señas, un esbozo de marcha y una desdibujada manipulación. Aun
así, se consiguieron cosas artísticamente logradas gracias al talento, trabajo
y tenacidad de los pioneros.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Pero hoy, ¿cómo se prepara un artista del mimo? Esta pregunta parece portar la
respuesta: guardando silencio. ¿Nada más? Esta segunda interrogante es mucho
más compleja de responder porque el mimo, siendo un arte, exige, de quien lo
cultive, ser un creador. Entonces, la pregunta deviene en ¿cómo se forma a un
creador? Y la respuesta: en ¡quién sabe! Por eso, los alcances de este
artículo se limitarán a aspectos evidentes de este arte.<span></span></p>
<p></p>
<p style="text-align: justify;"><b><i><br /></i></b></p><p style="text-align: justify;">
<b><i>Génesis</i></b>
</p>
<p style="text-align: justify;">
Para comenzar, tenemos que hablar de los antecedentes de lo que hacemos hoy:
la creación del mimo se le atribuye a Sophron de Syracuse (siglo V a.C.), de
quien se dice fue el autor de una especie de comedia llamada μῖμоς (mimus) en
la que se imitaba fielmente la vida, sin propósitos éticos ni pedagógicos. A
su muerte, esta forma habría sido continuada por su hijo Xénarque, sin éxito.
Dos siglos después, Théocrite le habría aportado mejoras sustanciales
mezclando númenes y hombres en situaciones mundanas; pero la celebridad la
alcanzaría Hérondas representando la cotidianidad irónicamente. Pero esta
forma escénica nunca participó en los festivales al lado de la tragedia o
comedia. Todo esto en Grecia.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Luego, en Roma, el actor griego Livíus Andrónicus (siglo III a.C.) tras un
accidente, iniciaría el género teatral más importante durante el Imperio: la
pantomima, el arte de la gesticulación. Se dice que al quedarse afónico
durante una representación, para poder continuar, le pidió a uno de los
coreutas que dijera el parlamento mientras él hacía como que hablaba. Esta
forma de representar: el rostro enmascarado, sin palabras, sólo el movimiento
del cuerpo, pero principalmente la mano y los dedos, llegaría a ser
considerada la mayor cualidad del actor. «<i>Ciertos artistas despliegan una elocuencia tal con sus manos que parecen
tener una lengua en la punta de los dedos... El gesto es ante todo la
mano</i>»: Cicerón (Máscara, 1993:14).
</p>
<p style="text-align: justify;">
Luego vino un largo silencio, en el silencio. Hasta que…
</p>
<p style="text-align: justify;">
En el siglo XVII, viéndose la Comedie Française opacada por los saltimbanquis
italianos reclama los privilegios que el Rey le había otorgado: prohibir a los
foráneos representar farsas o comedias. Ante esto, los volatineros aceptan no
actuar más en «diálogos» y reabren sus salas ofreciendo «monólogos». Siguen
haciendo las mismas obras, sólo que se las arreglan para «no dialogar en
escena». Si deben replicar, uno de ellos lo hace desde fuera de escena.
Entonces, una nueva demanda fue presentada argumentando que lo que hacían
seguía siendo parte de la comedia. En consecuencia, les prohíben hablar. Ante
eso, deciden cantar y gestan la ópera cómica. En poco tiempo también estuvo
claro que tampoco podían cantar. Finalmente, los foráneos deciden «respetar»
la ley recurriendo al único recurso legal que les quedaba: su expresividad
corporal. La Commedia dell’arte, un teatro hecho en familia (Martinelli,
Lostraccino, Armani, Scala, Valerini), triunfa porque le da importancia a lo
que sucede y no a las palabras.
</p>
<p style="text-align: justify;">
El 31 de julio de 1796, en Bohemia, nace Jean-Baptiste Gaspard Deburau. En
1816, Funámbulos abre sus puertas. Y en 1820, Baptiste da en él sus primeros
pasos rescatando un traje olvidado: el blanco blusón del molinero «Pedrolino»,
nace «Pierrot». El silencio está de vuelta «en el más pequeño y asqueroso de
todos los teatros», a decir de Charles Nodier.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Pero en ese siglo, el XVIII, encumbrada la razón durante la Ilustración, el
teatro, originalmente un espectáculo, se ha convertido en literatura. El
aspecto físico de lo teatral pasó a ser algo prescindible. Hasta que, a fines
del siglo XIX, este escenario se hizo insostenible; la palabra sólo alcanzaba
a expresar ideas no emociones. Esta situación se hizo patente en las voces de
Eleonora Duse: «<i>para salvar el teatro, se necesita destruir el teatro, los actores y las
actrices tienen que morir todos de peste… Ellos hacen el arte imposible</i>»; Francǫis Delsartre: «<i>El movimiento es el idioma de las emociones</i>»;
Gordon Craig: «<i>nuestro arte está basado en la idea del perfecto equilibrio, el resultado
del movimiento</i>».
</p>
<p style="text-align: justify;">
Con palabras se podía explicar, pero sin imágenes no podía mostrarse la forma.
El teatro «olvidaba» que «no se puede representar sin mimo (…) Del mimo
dependerá la duración de las escenas y tomará color todo el drama (…) El mimo
es el cuadro que existía en la fantasía del poeta cuando escribía»: Diderot.
Craig juzgaba esto insuperable:
</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;">
<p style="text-align: justify;">
<i>El cuerpo humano rechaza ser un instrumento, aunque sea de la mente que
habita en el cuerpo mismo. (…) No existió jamás un actor que haya
alcanzado tal estado de perfección mecánica como para hacer su cuerpo
esclavo absoluto de la mente. (…) Lo que uno se imagina con el
pensamiento, el cuerpo no logra realizarlo (…) ¿Qué objeto tiene concebir
una bella idea, un bonito pensamiento, si luego el cuerpo, que está
completamente fuera de control, echa a perder todo? (…) El actor tiene que
irse y en su lugar debe intervenir la figura inanimada; podríamos llamarla
la «Supermarioneta» (…) Yo rezo asiduamente por el regreso de la imagen
–la Supermarioneta– en el teatro.</i>
(CRAIG, 1987: 106—147)
</p>
</blockquote>
<p style="text-align: justify;">
Estas expresiones fueron acompañadas por otras voces: Adolphe Appia: «<i>El cuerpo del actor tiene tres dimensiones: es vivo, móvil y plástico</i>»; Vsevolod Meyerhold: «la cultura física debe ser la principal materia de
enseñanza en la preparación del actor teatral»; Antonin Artaud: «<i>La escena debe ser un lugar físico que exige un lenguaje de signos, una
poesía en el espacio –independiente del lenguaje articulado–</i>».
</p>
<p style="text-align: justify;">
En 1913, Gordon Craig abre un laboratorio de actuación en Florencia. Ahí, las
lecciones versan sobre el estudio de la máscara, las propuestas de E.
Jacques-Dalcroce, la acrobacia y el mimodrama.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Ese mismo año, secundado por dos jóvenes actores –Charles Dullin y Louis
Jouvet–, Jacques Copeau organiza el teatro del Vieux-Colombier con el sueño de
renovar el arte dramático y el arte del actor. Luego, en 1921, funda la
escuela de teatro Vieux-Colombier. En ella, se enseña: gimnasia rítmica
(método Dalcroze), gimnasia técnica (deportes atléticos, esgrima), acrobacia y
juegos de habilidad, danza, solfeo y canto, instrumentos diversos, Instrucción
general, juegos, lectura en voz alta, recitaciones poéticas, estudio del
repertorio, improvisación: «<i>la improvisación es un arte que hay que aprender” (…) El arte de la
improvisación no es solamente un don. Se adquiere y se perfecciona con el
estudio</i>». (Copeau, 2002: 244)
</p>
<p style="text-align: justify;">
Buscando hacer expresivo el cuerpo, crean ejercicios sin palabras. Por
ejemplo: un hombre busca liberarse de una mosca que lo molesta, o, usando una
máscara noble, improvisan en silencio explorando movimientos y su significado,
en esos casos los movimientos tendían a hacerse con lentitud.
</p>
<p style="text-align: justify;">
A esta escuela, llega Étienne Decroux buscando aprender dicción y se enamora
de la «acción» hasta convertirse en el creador del mimo contemporáneo. De su
participación en ella, extrajo: el tiempo se puede condensar; el movimiento,
sintetizar a lo esencial.
</p>
<p style="text-align: justify;">
En 1947, dictando una conferencia sobre Gordon Craig, Decroux responde a la
solicitud de éste:
</p>
<p></p>
<ul style="text-align: left;">
<li style="text-align: justify;">
<i>Si la marioneta es al menos la imagen del actor ideal, es necesario, por
lo tanto, tratar de adquirir las virtudes de la marioneta ideal.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Ahora bien, sólo puede adquirirse practicando una gimnasia adecuada a la
función sin accesorios y eso nos conduce al mimo llamado corporal.</i>
(Decroux, 2000: 61)
</li>
</ul>
<p></p>
<p style="text-align: justify;">
Al principio de esta aventura encuentra a Jean-Louis Barrault, primero alumno,
prontamente un gran colaborador. Juntos investigan, descubren y elaboran los
fundamentos teóricos y técnicos del mimo contemporáneo, pero luego siguen
caminos distintos. Barrault aspira a crear espectáculos teatrales donde texto
y mimo armonicen, Decroux prefiere continuar investigando sobre el movimiento
corporal e inicia así una cruzada que lo lleva a la construcción de un arte en
el que el actor deja de «decir» para «hacer»: el mimo corporeo.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Pero, la banalización de los logros artísticos del alumno más famoso de
Étienne Decroux, Marcel Marceau, ha llevado a muchos a creer que este arte
consiste en una suerte de ilusionismo y prestidigitación y que por lo tanto su
formación consiste en nada más que en la enseñanza de unos «trucos».
</p>
<p style="text-align: justify;">
Hablando del mimo y de la pantomima, Jean Louis Barrault escribió:
</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<i>Sus obras no llenan nuestras bibliotecas, ni nuestros museos. Se
transmite pues difícilmente. Ésa es su falla. Ése es su lujo.</i>
</div>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>No tenemos ninguna idea de la pantomima de los antiguos. Se sabe que
era de origen báquico. Se dice que fue a menudo burlesca y hasta
obscena.</i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>Ni siquiera sabemos exactamente qué estilo de pantomima tenía
Debureau.</i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>(…) quedamos reducidos, como para muchas otras cosas, a la intuición
intelectual.</i>
(BARRAULT, 1953: 189)
</div></i>
</div>
</blockquote>
<p style="text-align: justify;">
No sabemos, pues ¿qué era el mimo?, ¿cómo era la pantomima? Actualmente,
cuando hablamos de mimo, nos referimos a la creación de Étienne Decroux. Y si
consideramos que se trata del mismo arte, tenemos que reconocer que con
Decroux tuvo un nuevo comienzo; así que, para especificarlo, nos remitiremos a
las fuentes.
</p>
<p style="text-align: justify;">
<b><i>Cepa</i></b>
</p>
<p style="text-align: justify;">
Decroux, durante su estancia en el Vieux-Colombier, aprendió mimo como un
medio para estudiar el teatro. Pero pronto debatió esto porque creía que el
orden debía ser inverso. En su opinión «<i>el mimo es la esencia del teatro, y éste es el accidente del mimo</i>» (DECROUX 2000: 74)
</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<i>(…) el mimo es el actor dilatado. </i>
</div>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>Se acaba de marcar con hierro candente a dos condenados. </i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>Uno de los dos está amordazado, pero tiene el cuerpo libre: se
mueve. </i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>El otro está atado a un poste, pero tiene la boca libre: grita; y se
mueve en tanto se lo permiten sus estrechas ataduras. </i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>Ninguno de los dos quiere bailar. </i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>El primero es el actor mímico, el segundo el actor parlante. Su dolor
es el mismo. </i>
</div></i>
</div>
<div style="text-align: left;">
<i><div style="text-align: justify;">
<i>El actor parlante y el mimo pueden ser hermanos enemigos; el bailarín
y el mimo siempre son hermanos falsos. </i>(DECROUX, 2000, 110)
</div></i>
</div>
</blockquote>
<p style="text-align: justify;">
Barrault, a su vez, en tono arbitral, opinó: «
<i>La extrema izquierda del arte del Teatro es el arte del gesto o mímica
pura; la extrema derecha es el arte del verbo o dicción pura</i>».(BARRAULT, 1953: 206)
</p>
<p style="text-align: justify;">
Estas posiciones hay que entenderlas en el contexto en que fueron enunciadas.
El mimo emergía como respuesta a un teatro sofocado por la palabra. Condición
febrilmente advertida por Artaud. Lo enunciado por Decroux no era nuevo.
Citando a Diderot, líneas arriba, recordábamos que al respecto había dicho:
«<i>El mimo es el cuadro que existía en la fantasía del poeta cuando
escribía</i>». Era una llamada de atención a no perderse en el accidente, a volver a la
esencia. A su vez, Barrault, al ubicarlo en la extrema izquierda, le atribuía
un carácter innovador.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Y así fue, el mimo de Decroux transformó el teatro contemporáneo.
Circunstancia omitida durante mucho tiempo por la comunidad teatral, debido
básicamente al carácter esquivo de Decroux frente a la popularidad.
</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;">
<p style="text-align: justify;">
«<i>Es significativo que así como un actor Kabuki puede ignorar los mejores
«secretos» del Nô, Étienne Decroux </i>–<i>quizá el único maestro europeo que haya elaborado un conjunto de reglas
comparables a la de una tradición oriental</i>–<i> intentó transmitir a sus alumnos la misma actitud de riguroso
encerramiento para confrontar formas escénicas distintas de la propia. En
el caso de Decroux, como en el de los maestros orientales, no se trata de
estrechez mental ni mucho menos intolerancia. Es concientizar que las
bases de un actor, los principios de los que parte, deben ser definidos
como su más preciado bien; un bien que será irremediablemente alterado y
destruido por el sincretismo, y que debe ser salvaguardado a pesar del
riesgo de aislamiento</i>» (BARBA, 2010: 16)
</p>
</blockquote>
<p style="text-align: justify;">
<b><i>Factura</i></b>
</p>
<p style="text-align: justify;">
Brevemente, los hechos: entre otras razones, el arte existe porque «hay cosas
que no se puede hacer». Por ejemplo, durante la guerra fría, Arthur Miller,
víctima de la política maccartista (había sido delatado por Elia Kazan), pudo,
mediante "Las Brujas de Salem", criticar y condenar la política de delación
liderada por el todopoderoso senador Joseph Raymond McCarthy.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Por otro lado, la naturaleza es curva; lo humano, recto. Uno levanta la mirada
hacia la cúpula celeste o la dirige lo suficientemente lejos y percibe esa
curva, o si se piensa en los astros, aún no se conoce ninguno que describa
trayectorias con ángulos. Las naves Apolo, que viajaron a la luna, siguieron
un camino curvo; la razón: la luna no estaba esperando «quieta», su
«prosecución» obligaba a hacer una curva.
</p>
<p style="text-align: justify;">
El arte es la recreación de la naturaleza por medios humanos, de manera
simple: hacer curvas con rectas. ¿Y cómo se hace curvas con rectas? En tanto,
rehusando indicar cómo se hace, porque no sabemos cómo se forma un creador;
preparamos las rectas por las que fluirá la creatividad y estimulamos todos
los tanteos tendientes a ese fin.
</p>
<p style="text-align: justify;">
¿Y en qué consiste eso que sí podemos hacer? En «Reflexiones sobre el teatro»,
de Jean-Louis Barrault, encontramos las primeras instrucciones.
</p>
<blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;">
<p style="text-align: justify;">
<i>Debe practicarse desnudo y si es posible con el rostro cubierto con una
máscara impersonal. No debe acompañarse con ningún sonido, con ningún
ruido, ya que su elemento es el mismo silencio y su musicalidad
esencialmente visual. Todo aporte musical al mimo es por lo tanto un
sacrilegio.</i>
</p>
</blockquote>
<p style="text-align: left;"></p>
<ul style="text-align: left;">
<li style="text-align: justify;">
<i>Ejercicio de decontracción total; equivalente a la limpieza.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Adquisición de la conciencia de los músculos aislados. Aprender
especialmente a contraer determinado músculo, dejando los otros en estado
de relajamiento.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Toma de conciencia de determinados músculos agrupados.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Adquisición del tono muscular: ni contracción ni blandura.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Desarrollo de los músculos abdominales.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Escalas alrededor de la columna vertebral.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Estudio del látigo que representa la columna vertebral.</i>
</li>
<li style="text-align: justify;"><i>Sinceridad en la sensación.</i></li>
<li style="text-align: justify;">
<i>Desarrollo de la concentración. Concentración analítica, concentración
respiratoria. Puntos movibles de la concentración. </i>(BARRAULT, 1953: 39—41)
</li>
</ul>
<p></p>
<p style="text-align: justify;">
En contra de lo que seguramente hubiera preferido Decroux, porque era «poco
afecto a las frivolidades o cualquier imagen hecha por los medios», gracias a
la tecnología y a sus admiradores, hoy tenemos su imagen en youtube, y con
ella, algunas de sus lecciones.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Pero antes de detallar una, señalemos lo que recuerdan sus alumnos: «<i>Seguir las enseñanzas de Étienne Decroux no era solamente aprender a
moverse con destreza, era aprender a pensar</i>». El primero de ellos, Jean Louis Barrault decía: «<i>Decroux no deja de perfeccionar</i>». O, los creadores de su tiempo, Gordon Craig: «<i>Viajé mucho tiempo por Europa visitando muchas ciudades en Holanda,
Alemania, Rusia, Italia, Inglaterra, Escocia. Pero hasta la actualidad no he
visto nada parecido a este intento. Comparado con el teatro de Decroux, las
óperas y otros teatros de Europa me parecen ridículos</i>».
</p>
<p style="text-align: justify;">
Étienne Decroux, rechazando todo abuso de la mímica del rostro y la
gesticulación con las manos, centró la expresión en el tronco. Para ello,
investigó procedimientos para desplegar sus posibilidades de movimiento. Estos
procedimientos nos llegaron a través de su alumno Ángel Elizondo.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Elizondo, basándose en las investigaciones de Decroux, a su vez, ha
desarrollado una línea altamente original tanto en el aspecto formal como en
el temático. Transitando vías nuevas, experimentando, arriesgando, ha
conseguido un verdadero desarrollo y crecimiento de este arte y obtenido
resultados como el «Esquema de la Expresión Corporal» que rige el
funcionamiento de la Escuela de Mimo que él dirige.
</p>
<p style="text-align: justify;">
Finalizando el s.XX redacté una brevisima historia del mimo. Ahora, avanzadas
ya las dos primeras décadas del XXI, he asistido a festivales y maratones de
mimo organizadas por el colega César Chirinos y he visto pobladas las calles
de Lima por decenas de corredores silenciosos en “cámara lenta”. El mimo, en
Perú, goza de buena salud gracias a César Chirinos, Enzo Gárate, Eddy
Martínez,… la lista es extensa y mi memoria deplorablemente ingrata.
</p>
<div style="text-align: right;">Juan Arcos</div>
<div style="text-align: right;">Sociedad del silencio</div>
<div style="text-align: right;">Lima, Perú</div>
<div style="text-align: right;">2018</div><div style="text-align: right;"><br /></div><span><!--leer más--></span><div style="text-align: right;"><br /></div>
<p><span></span></p><a name='more'></a>Bibliografía<p></p>
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</li>
<li style="text-align: justify;">
<span style="font-size: xx-small;">TAVIANI, Ferdinando (1983) La comedia del arte. Transcripción de la
conferencia realizada en el Centro Cultural «Conde Duque». Madrid.</span>
</li>
</ul>
<p></p>
<div><br /></div>
Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-88922225485373763382017-01-12T03:02:00.036-05:002021-08-28T11:57:10.727-05:00Mi nombre es 23, en el FML 2017<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_euzyUPfvSPpyq0sKBxkOXDixw9ikeOcVv5KPHBJGnV5iGofBHV7YwSt2BCPAU6zzW_VHH25jwQd69W61e7aC1kIB4Ovqp_rpkJmv84Hvgdl3pYwQx82V-q3EdAxeRCmOCVE1thfyP0/s1600/001.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0_euzyUPfvSPpyq0sKBxkOXDixw9ikeOcVv5KPHBJGnV5iGofBHV7YwSt2BCPAU6zzW_VHH25jwQd69W61e7aC1kIB4Ovqp_rpkJmv84Hvgdl3pYwQx82V-q3EdAxeRCmOCVE1thfyP0/w143-h200/001.jpg" width="143" /></a></div>
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><span style="text-align: justify;"><div><span>No sé cuánto duró el espectáculo y no quiero saberlo. Y si alguien me pregunta ¿cómo es? Tampoco sé decirlo, sólo
que lo pasé muy bien. César García ingresó a escena y me enganché hasta que lo
vi mostrar un cartel que decía </span><i>FIN</i><span>.</span></div></span></span><div><div style="text-align: justify;"><br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Lamentablemente, cuando uno es
mimo no puede evitar que alguien se acerque y le asalte con la pregunta de
cajón: ¿esto es mimo? Esperando que diga: no. ¡Habla! Insisten. Entonces no
puedo evitar espetarle: ¿y quién te dijo que los mimos no hablan? Danos una oportunidad
y tú no hablarás, terminaras haciendo señas para interrumpirnos. Los mimos no
hablamos por suficiencia, no por incapacidad.</span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 107%;"><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Tengo suficientes argumentos para explicar y
demostrar que sí es un espectáculo de mimo, pero no quiero. Ya me cansé. Lo
vengo haciendo hace más de cuarenta años. Así que, mejor (de taquito), los
remito a Paroles sur le mime / Étienne Decroux / Autobiografie relative à la gènese
du mime corporel / Manifeste doctrinal /párrafo 6: D’autant plus que le mime
est l’essence du théâtre qui, lui, est l’accident du mime.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Dejando ese asunto. Lo que toca
ahora es el mimo, porque estamos en el FML 2017 (festival de mimo de Lima 2017) que organiza La familia Mimo con el auspicio del ICPNA. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Así que, como dijo Jack, vamos
por partes: el espectáculo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvWqpcQSSXoxxlLmEOCLJ5qZ_akzdiw3MC725BuyQB3zsX2bwtO-7Nax1IRj6LC-QKrBg1ZJ0w_v63qfMhECyrPtg7iUzMw2FfY02v1xg7ytzn7s1ucX1ix1CYZnv7dvTri7V-7xeRZ6s/s1600/002.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></a><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Llama la atención
desde el título: “<i>Mi nombre es 23”</i>. Un
número, no Pepe; Alberto o qué sé yo... </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvWqpcQSSXoxxlLmEOCLJ5qZ_akzdiw3MC725BuyQB3zsX2bwtO-7Nax1IRj6LC-QKrBg1ZJ0w_v63qfMhECyrPtg7iUzMw2FfY02v1xg7ytzn7s1ucX1ix1CYZnv7dvTri7V-7xeRZ6s/s1600/002.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify;"></a><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Después, conversando con el actor,
cuando le preguntamos “qué era”, refiriéndonos a él, nos respondió: <i>“ya no soy nada”.</i> Nos contó que ha abandonado lo que
la sociedad podía reconocerle como beneficioso: un trabajo como el de todos, un
título profesional, etc. Creí entonces descubrir la raíz que nutre de organicidad
su trabajo. Reza el aforismo oriental: suelta y lo obtendrás todo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></span>
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Su trabajo o (como dicen ahora) su propuesta, me resultó muy interesante, tanto
que nunca me acordé del tiempo; segundo: algunas debilidades
discursivas, técnicas; pero es tan potente la semilla de lo primero que lo
disfruté como un niño. Así que, si no estuviste, te lo perdiste irremediablemente. Que no te consuele la posibilidad de verlo en otro lugar,
no, ésa, ya no será la función de hoy. <div style="text-align: center;"><br /></div></span><span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Es una broma, una manera de decirte: averigua dónde la presentan y ve, no lo pierdas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span face=""arial" , "helvetica" , sans-serif">Gracias a Cesar García y Paloma Reyes de Sá (la Directora) el Festival de mimo de Lima 2017 comenzó con la
varilla muy alta, prometiéndonos más como hoy.</span></div>
</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-58880836829943174662011-02-04T10:35:00.009-05:002021-07-12T15:23:20.430-05:00Al borde de una taza de café<div align="justify">Me encontraba en un café, resolviendo los problemas del mundo, cuando se acerca un joven y, sin más trámite, me extiende la mano y dice:</div><ul style="text-align: left;"><li>Quiero aprender mimo.</li><li>¡Qué bien!</li><li>¿Dónde queda su escuela?</li><li>¿Mi escuela?</li><li>Sí, su escuela de mimo.</li><li>¡Ah! ¡Mi escuela! No, no tiene local —Ante su expresión de sorpresa, tengo que explicarle — Cuando hablo de la escuela no me refiero a un espacio físico, un edificio o una casa, sino a un método de enseñar y trabajar este arte. ¿Quieres estudiar mimo?</li><li>Sí</li><li>¿Por qué?</li><li>Porque quiero enseñar. Ahora hay mucha gente que quiere aprender.</li><li>¡Ah! Te parece que sería un buen negocio</li><li>Si, ahora llaman mimos para todo, hasta para dirigir el transito.</li><li>¿Cuánto tiempo estás dispuesto a dedicarle al aprendizaje?</li><li>Quiero aprovechar el verano, unos tres meses.</li><li>¿Te parece que con tres meses sería suficiente para aprender mimo?</li><li>Puede ser un poco más, uno o dos meses más para aprender bien. ¿En cuánto tiempo me puede enseñar usted?</li><li>Pues me la pones difícil.</li><li>¿Por qué?</li><li>No se me ocurre cómo enseñarte en unos meses lo que me está llevando años.</li></ul><ul>
</ul><div align="justify">Se pone de pie, contrariado, cree que lo desestimo como alumno, me da la mano y se retira.</div><div align="justify">Vuelvo al café y sigo resolviendo los problemas del mundo.</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-35576493235429753922010-12-23T15:26:00.005-05:002021-08-28T11:48:55.832-05:00Si no sabes ser débil serás derrotado<div style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img align="right" alt="g2010" border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPOzfYCis61p3BIzL9lbqQoxDVr5uwhcTlCQa1YBvvnslLmR1MmEV4Mn9xVoDogbwOfljpIOhQQ2XHZ8EWHVes_yc26G0s8aUOi0lVlZkspcy27ys4pliM_BZ3iRZu9dldx5moztoggNY/s16000/g2010_thumb[3].jpg?imgmax=800" style="border-bottom: 0px; border-color: initial; border-left: 0px; border-right: 0px; border-style: initial; border-top: 0px; border-width: 0px; display: inline; margin: 0px auto;" title="g2010" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr></tbody></table><p style="text-align: left;"></p></div><div style="text-align: justify;">Ayer asistí a la graduación de los alumnos que concluyeron sus estudios en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. Parte pequeña de un grupo que llegó a las aulas con ojos expectantes hace por lo menos cinco años. Entonces no sabían en qué mundo se metían. La mayoría de ese grupo llegaba seducido por la posibilidad de ser famoso y trabajar poco o nada; esa mayoría, al poco tiempo, advirtiendo que perseguían una quimera, se marchó como llegaron.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Los tuve en mi aula en sus primeras clases y el primer libro que les pedí leer: <i>El arte de la guerra</i> les provocó una serie de interrogantes desde el título: ¿Qué tenía que ver el arte de la guerra con estudiar teatro? Hoy no tengo que explicarles qué significa <i>“un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”</i>. Ya son un ejército victorioso, pueden entablar la batalla por la vida.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ahora, al recibirlos como colegas, permítanme repasar la lectura: <i>“no sólo es necesario evaluar las condiciones del propio comando sino también las del comando enemigo”</i>. ¿Una interpretación contemporánea? El llamado análisis FODA se aproxima bastante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivs-MT2lDI_KazxEdu0U9yWtuQxe8UlBqdZ3lSnSLhZ0MYHZlg_w0_iJo7b1-8UAplJplcnwpJ3Ep1JjnAHk4TmTBsFjlFpV6cuUFIrTdwkekGUndATHaC4dZReZ6VImMkRhyxyp0VRjo/s200/matriz.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="198" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr></tbody></table></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Por qué digo se aproxima? Porque no se puede compartimentar así la idea de Sun tzu. El puño deja de serlo si se abre la mano.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Analizar así la realidad podría inducirnos a creer que las debilidades y las amenazas pueden ser “eliminadas”; ¿se puede eliminar la noche, el invierno y sólo disfrutar del día y el verano?</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La visión oriental está representada por el símbolo del Ying-Yang: cada cosa depende de su opuesto para su existencia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El asunto no es, pues, no tener problemas. Como diría un amigo: “Mucho malo”, problema; “mucho bueno”, problema; mucha razón, problema; mucha emoción, problema.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si así están las cosas, entonces, ¿cómo actuar? La respuesta se encuentra en el mismo texto que, siguiendo su estilo, habla de lo que no habla: "Si no puedes ser fuerte, pero tampoco sabes ser débil, serás derrotado". Actuar con el tiempo: de día, actividad; de noche, descanso. Alternar la actividad con el descanso: mucha actividad, problema; mucho descanso, problema; etc., etc.</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-59584971805682841512010-09-18T23:27:00.004-05:002021-07-24T15:49:47.009-05:00¿Cómo se hace un taller?<div style="text-align: justify;">Hace unos días, persuadido por algunos alumnos y amigos, me animé a desarrollar un seminario sobre didáctica del mimo dirigido a quienes ofrecen o quieren ofrecer talleres de este arte. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cómo se hace un taller? La demanda lleva implícita una actitud responsable no muy frecuente porque lo común es que se participe en un taller y al concluir se ofrezca "como propio" lo que se recibió en él.</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Si bien es cierto, cualquiera enseña: los padres a los hijos, los hijos a los padres, los amigos, los enemigos. "Enseñar" es algo un poco más complejo, exige tener claridad en algunas cosas: es necesario saber cómo es que aprendemos, qué procedimientos son más eficaces para enseñar; tener metas claras, principios, planes, un programa de estudios. Así, el problema de la enseñanza se complica un poco más, pero no deja de ser un rol común al ser humano.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Ésta no es una crítica a quienes inician un taller a ciegas. Seguramente te pasó, o pasa, una de estas dos cosas:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: justify;">1) Te solicitan unas lecciones de eso que acaban de verte hacer (me pasó a mí) y, aunque no eres profesor, tienes que decidir entre negarte o aceptar. Si te niegas dirán que eres un egoísta, que quieres el conocimiento para ti solo.</div><div style="text-align: justify;">2) Sabes algo que quieres compartir y te ves enfrentado al problema de no saber cómo ofrecer la lección.</div></blockquote><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">No te ofrezco la panacea pedagógica, sólo treinta años de experiencia y algunos resultados que me animan a decirte que esto que aprendí estudiando y enseñando te puede servir.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Conversando sobre esto, otros amigos me cuestionaron: ¿por qué sólo para mimos? Tuve que reconocer que en verdad no era sólo para mimos. Porque, si bien esta experiencia estará particularizada por ese enfoque, lo que vamos a tratar y desarrollar es semejante a cualquier situación de enseñanza–aprendizaje que se podría presentar en una relación maestro–alumno. Así que, las orientaciones que alcanzaré sobre la didáctica son de uso en un taller de mimo, de teatro, expresión corporal, malabarismo, etc.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-65503081965418907562010-05-15T16:33:00.008-05:002023-09-10T21:46:27.531-05:00Mimo al paso<div align="justify">Contraviniendo las indicaciones de mi médico, me encontraba disfrutando plácidamente de un cappuccino en el Café de la Paz cuando un amigo, actor, se presenta y sin más trámite me pregunta: </div><div align="justify"><br />
— ¿Por qué tendría que estudiar mimo?<br />
— ¡Porque te da la gana!<br />
— En serio — insiste<br />
— Hablo en serio<br />
<br />
Entonces, se sienta, pide un café y me mira esperando, claramente, una respuesta. Sin más alternativa le digo, citando a alguien que él conoce:</div><div align="justify"><br />
— En su momento, el más socorrido referente contemporáneo de la expresión corporal, el maestro húngaro Rudolf Von Laban, dijo que <i>el teatro se desarrolló a partir del mimo como representación de movimientos interiores por medio de movimientos exteriores. Opinaba que d<span style="text-align: left;">emasiadas palabras y demasiada música podían arrojar sombras sobre la verdad de ese despliegue de esfuerzos, que el interprete desarrolla por medio de sus acciones físicas. </span></i><span style="text-align: left;">Por su parte, Denis Diderot: </span><i style="text-align: left;">“No se puede representar sin mimo… Del mimo dependerá la duración de las escenas y tomará color todo el drama... El mimo es el cuadro que existía en la fantasía del poeta cuando escribía...”</i></div><div align="justify">
<br />
— ¡Ya! ¿Dónde das clases?<br />
— En la ENSAD<br />
— Mejor en mi casa…<br />
<br />
Pide la cuenta y me propone horarios… </div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-20585325737020390882009-09-16T14:27:00.002-05:002021-07-12T10:43:15.247-05:00Seminario, día 1<div style="text-align: right;"> Miércoles, 16 de setiembre de 2009</div><div align="right">A una semana de la primavera, aún con frío</div><br /><div align="justify"></div><div align="justify">Obviando algunos lugares comunes, de esperarse en una reunión de personas que nos dedicamos a lo mismo, registro algunas frases que seguramente hemos escuchado y o pronunciado muchas veces; pero pocas, realmente, prestado atención.</div><br /><div align="justify">Atrapado en su locuacidad argentina, no por eso falso; Jorge Eines nos recuerda, en la primera de diez sesiones, de qué se trata el trabajo de la formación del actor.</div><br /><div align="justify">Hace algunos años, conversando con el Maestro búlgaro Chavdar Krestev anotaba, como conclusión de nuestras pláticas: <strong><em>el teatro no es la vida, es otra vida</em></strong>. Al pie, anoté una pregunta: <strong><em>¿Cómo hacer para que nazca esa otra vida?</em></strong> Durante mucho tiempo he ensayado algunas respuestas; ayer, Jorge Eines, expresó una que, por el momento, me parece responderla: <em><strong>imaginar es nacer a algo que no existe.</strong></em></div><br /><div align="justify">¡Imaginación! No es patrimonio del Arte; la ciencia no existiría sin ella, tampoco la filosofía; pero nosotros la olvidamos con demasiada frecuencia encandilados por el raciocinio. La imaginación permite visualizar experiencias (lugares, personas, objetos, e incluso emociones) con libertad.</div><br /><div align="justify"><strong><em>La memoria es retrospectiva, recuerda; la imaginación prospectiva, construye</em></strong>; la primera, inmoviliza; la segunda, lleva a la acción. De lo dicho, se comprende fácil: <strong><em>la respuesta, cierra; la pregunta, abre. Conflicto en el cuerpo, no en la palabra. Entender un texto es entender un texto; actuarlo, otra cosa. El cuerpo es el lugar donde se expresa la imaginación</em></strong>.</div><br /><div align="justify"><strong><em>La técnica construye una poética</em></strong>. En la acción registré su ejercicio sobre <strong><em>el trabajo previo</em></strong>. Espero, superando la pereza, desarrollarlo. En tanto, aquí sintética:</div><ul><li><div align="justify"><strong><em>Autónomo</em></strong>: moverse para encontrar tensiones “personales” y “liberarse de ellas”.</div></li><li><div align="justify"><strong><em>Gimnasia emocional</em></strong>: de búsqueda de lo que, emocionalmente, los cuerpos de los personajes ocultan, ¿búsqueda de las “tensiones” de los personajes?.</div></li><li><div align="justify"><strong><em>Ritual</em></strong>: conflicto, corporal, “sin violencias”.</div></li></ul><div align="justify">Para concluir, por hoy, recuerdo: en cierta ocasión, conversando con un profesor, agradeciéndole por sus enseñanzas, le dije que era un gran maestro; él me respondió que eso sólo había sido posible porque había tenido un buen alumno. Entonces lo tomé como una cortesía de su parte. Después, ya ejerciendo la docencia, fui encontrando el sentido de esas palabras, sentido que hoy calzó exacto cuando Jorge Eines dijo: <strong><em>cuanto más trabajan los alumnos, más trabaja el profesor</em></strong>.</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-3597586954310068042009-09-10T14:38:00.003-05:002022-07-13T22:35:11.488-05:00Sé sincero; sé artista*<p style="text-align: justify;">Pero no basta que conozcas el arte o que lo admires; es necesario que te acerques más a él. Bien sé que no todos podemos aspirar a crear belleza, pero sé también que, al lado de la capacidad para hacerlo, existe la necesidad de dar salida a inquietudes y aspiraciones que palpitan en todo ser humano. Debemos expresarnos, abrir causes al caudal que circula en nuestro interior y pugna por exteriorizarse. Y ¿hay acaso forma mejor de hacerlo que por intermedio de “las artes”? No pretendas, si no tienes capacidad para ello, producir obras maestras; no aspires a perfecciones imposibles, pero, no por ello, renuncies a manifestarte a través de las mil posibilidades que la actividad artística te ofrece. Escribe, pinta, haz música, creando belleza, si puedes, pero, si no estás destinado a ello, por el puro placer de expresarte, por el goce sencillo de ser tú verdaderamente. Verás como lo que hagas, despojado de todo componente de aspiración egoísta y de todo deseo de afirmación del propio Yo, no sólo te dará una inmensa satisfacción, que no puede ser substituida, sino que te permitirá conocerte mejor y acercarte más a ti mismo, al verdadero ser que llevamos todos dentro, que posee una serie de posibilidades admirables y que es generalmente mucho mejor que el Yo que usamos para vivir todos los días, limitado por la realidad, los prejuicios y el miedo.</p><p style="text-align: justify;">Basta con ser sincero; basta con renunciar a pretensiones fuera de lugar, con no pensar en la opinión de los demás y con entregarse al placer del arte por él mismo, por el goce que nos ofrece al permitirnos dar salida a lo más auténtico de nuestro Yo, generalmente estrangulado por la pequeñez de nuestro egoísmo.</p><p style="text-align: justify;">Escribe aunque no “sepas” hacerlo, pinta aunque, al comienzo, te parezca imposible, canta, si lo deseas; hazlo todo por ti mismo, entregándote a esas actividades con sencillez, con amor y con ingenuidad y verás cómo tu vida se enriquece, cómo tu horizonte se amplía y tus horas se completan. Verás cómo cada día eres mejor y comprenderás cómo es el sentimiento y no la razón el que nos hace conocer las grandes verdades y nos hace capaces de ser nosotros mismos y, por ese camino, unirnos a los demás.</p><div style="text-align: right;"><b>*Seguín, C. A.</b> (1993) <i><b>Tú y la medicina</b></i>. Lima. Editorial Poniente</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-27117358052406702212008-08-04T14:55:00.003-05:002021-08-28T11:49:49.034-05:00A los que llegan<div style="text-align: right;"><i>Enseñar no es imponer a otro los propios caminos o hallazgos...</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A los artistas nos interesa el momento creador, ese momento tan esquivo a los genios. Es inútil esperar que acuda a nosotros así porque sí, tenemos que preparar las condiciones y después de mucho trabajo tal vez llegue la inspiración.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Leí algo como: <i>"el arte, como la ciencia, desarrolla unos procedimientos, unas técnicas. Con ellas, los artistas y los científicos, partiendo de las diversas experiencias que nos ofrece la vida pretendemos comprender el mundo, hacer una valoración de él y transmitirlo a otras personas. Pero existe una diferencia esencial entre el arte y la ciencia: los científicos estudian las percepciones de los sentidos para descubrir leyes o conceptos que reflejen una verdad universal, los artistas seleccionamos las percepciones y las ordenamos de forma que manifiesten nuestra propia comprensión personal y cultural".</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cómo hacemos esto? No existe un método, el arte tiene tantos como artistas lo cultiven. Sólo sé cómo lo hice algunas veces, pero no tengo la menor idea de cómo lo haré en una nueva oportunidad.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Arribo pues con esta doctrina. Creo que sería una irresponsabilidad como vuestro profesor pretender inculcarles mi modo de hacer las cosas pues es poco probable que encuentren, en el ejercicio de la profesión, colegas que trabajen así. Las cosas que me sirvieron, o que aún me sirven, no tienen necesariamente que serles útiles; lo más probable es que no les sirva. Vengo a hacer las cosas como las “haremos nosotros”, no a desarrollar mí forma ni la de otros.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">A juzgar por lo que dicen los estudiosos; el Maestro más socorrido por todos, Constantín Stanislavski, aparentemente no fue comprendido ni por Lee Strasberg (sumo sacerdote del método). No intentaré pues un camino semejante.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">¿Cómo nos orientaremos? Lo común es pensar de una manera y actuar de otra. Pero creo que en un artista lo externo debe ser consecuencia de lo interno, por eso demandaré que nuestras acciones sean consecuencia de nuestras convicciones.</div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-46018210529384902972008-04-10T14:55:00.007-05:002021-08-28T11:50:36.752-05:00Hablando de fotografías<div style="text-align: justify;">¿Cuántas veces, las fotografías, cederán su valor intrínseco a los sucesos intrascendentes en ellas captadas? ¿Cuántas veces, para la historia, los fotógrafos habrán convertido en arte obras insignificantes?</div><p style="text-align: justify;">Este oficio mío: el mimo, que mis mejores amigos me aconsejaron dejar para dedicarme a algo “más seguro”, me ha permitido alcanzar muchas de las cosas que ellos quisieran disfrutar; una de ellas, viajar y asistir a eventos artísticos inolvidables. Por supuesto también concurrí a los otros, a esos que lamenté presenciar. Pero hoy, recordando, mientras veía algunos retratos en programas, revistas, afiches, me preguntaba: ¿Cuántos de estos espectáculos serán recordados y, tal vez, puestos de ejemplo gracias a estas imágenes? Y muchas corresponden a "obras" cuyo costo de entrada quisiera que me devuelvan para enviárselo al fotógrafo.</p>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-17717572633329727312008-03-08T15:12:00.006-05:002021-08-28T11:10:53.557-05:00Sólo para reflexionar<div style="text-align: justify;">Los seres humanos nos consideramos especiales, singulares, diferentes de lo común o general; nos llamamos “los reyes de la creación”. Lo especial juega un rol trascendente en nuestras vidas, nos es caro hablar de individualidad y, en procura de ella, de nuestra singularidad; hacemos nuestra una conducta particular. Y no es difícil comprobarlo.</div><p style="text-align: justify;">En el desarrollo de nuestras vidas nos preocupamos por una tarea en la que nos distinguimos en la preparación o confección de algo y en la cual nos especializamos. En las ciencias, en las artes, en el deporte. Incluso en cada uno de estos ámbitos. En las ciencias: ingeniería, medicina. En ingeniería: civil, mecánica, eléctrica; etc.</p><p style="text-align: justify;">No digo nada nuevo enumerando las áreas en las que nos especializamos</p><p style="text-align: justify;">Veamos en el deporte: atletismo, futbol, vóleibol, karate, etc. En el atletismo: 100, 200, 400, 800, 1500 metros planos, salto largo, salto alto, salto triple, jabalina, bala, etc. En futbol: arquero, defensa, delantero. En Karate: kumite, kata. Etc.</p><p style="text-align: justify;">A ningún entendido se le ocurriría pedirle a un atleta que se prepare para todas las pruebas. Claro, los hay quienes participan en triatlones, pentatlones o decatlones, pero ellos jamás lograrán marcas superiores a las alcanzadas por los especialistas.</p><p style="text-align: justify;">Y quienes optamos por el arte también nos especializamos: en música, danza, pintura, escultura, teatro... En el teatro también: actores, autores, directores. ¡El actor! ¿Se aventuraría alguien a sugerirle, al actor, especializarse? No. Esa iniciativa se consideraría una limitación. La prédica es que un actor debe ser capaz de hacer cualquier personaje.</p><p style="text-align: justify;">Menudo lío tiene el novel estudiante de actuación tratando de conocer sus medios y adquirir destreza en su manejo y ya tiene que pensar en cómo resolver imposibles. ¿Por qué, desde entonces, se le dice que debe ser capaz de hacer cualquier personaje?</p><p style="text-align: justify;">El estudiante debería ir conociendo sus posibilidades desde su etapa formativa para desarrollarlas al máximo. Conocer, por ejemplo, su imagen; pues es con ella con la que construirá personajes. Erróneamente, en mi opinión, comienza por estudiar modelos cuya talla no le va.</p><p style="text-align: justify;">Además es a él a quien el público acudirá a ver, no a las sombras que haga. Las copias no tienen el mismo valor que el original, es más: no tienen valor.</p><p style="text-align: justify;">La pintura de color verde pinta de color verde. Nadie lo usa como rojo, salvo los daltónicos.</p>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-36949959639922149602007-08-11T14:03:00.006-05:002021-08-28T11:51:18.007-05:00¡Puntualidad!<p><span style="text-align: justify;">Ayer asistí al estreno de una obra de teatro. Acudí con tiempo para adquirir mis entradas y tomar un café con los amigos que, como uno, también se sienten de fiesta en estas ocasiones.</span></p><p style="text-align: justify;">Diez minutos antes de la hora programada hacíamos cola para ingresar a la sala. Media hora más tarde nos preguntábamos por qué nos tenían esperando, ¿nos estaban preparando para algo? Minutos después escuchamos un “¡mierda!”, a coro (señal inequívoca de que los actores aún no estaban listos). Entonces pregunté a mis amigos: ¿desde cuándo es parte del espectáculo lanzar una interjección de esa naturaleza? Conservo como algo íntimo desearse suerte, algo apenas perceptible que no me saque de concentración, definitivamente inaudible para el público.</p><p style="text-align: justify;">Cuando ingresamos habían transcurrido cuarenta minutos de espera. En la sala aguardamos otros diez minutos.</p><p style="text-align: justify;">El teatro busca transmitir, manifestar, exponer, interesar, comunicar. La comunicación es un acto creativo. En el teatro (en este acto) el público participa activamente, no es un simple receptor; él crea con el actor. En la página 51 de <i>El trabajo del actor sobre sí mismo</i>, Constantin Stanislavski dice: <i>“Es difícil despertar el deseo creador, pero destruirlo es extraordinariamente fácil”</i>. Cuando finalmente se dio inicio a la obra nuestro ánimo había cambiado, nuestras expectativas por ver la obra habían cedido al mal humor.</p><p style="text-align: justify;"><br /></p>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-62876148857381285002005-04-20T14:40:00.002-05:002021-07-24T15:53:55.178-05:00Alegato<div style="text-align: justify;">No quiero que la forma en que hago mi trabajo sirva de plantilla, por eso ese asunto no está incluido en estos apuntes, sólo estas consideraciones.</div>
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Cada vez que he iniciado un proyecto artístico lo he hecho con quienes voluntariamente aceptaban experimentar conmigo. Partíamos de cero. Eso me facilitó muchísimo la tarea: no tuve que lidiar con prejuicios ni estructuras ajenas.<br />
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Las dificultades las he tenido con alumnos, o con personas, que querían "aprender". Venían a mí como a un dispensador. No han sido pocas las veces que alguien tocó la puerta de mi clase para preguntarme si podía enseñarle a "subir escaleras": querían “adquirir un producto”.<br />
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En otra parte de estos apuntes he referido mi distancia del "sistema" del "método" y de cualquier procedimiento desarrollado por otros. Respecto de esto siempre me he sentido como un zurdo a quien quieren obligar a ser diestro para servir la mesa por el lado derecho. En nuestras escuelas, no nos preparamos para hacer nuestro arte con nuestros medios. Somos encaminados para ejecutar artes ajenas con medios ajenos, y si los maestros hemos sido formados en las llamadas sociedades desarrolladas, la cosa es peor. Dice Frantz Fanon, en su obra "Los condenados de la tierra", que no hay mejor defensor de las culturas colonialistas que el colonizado que ha sido entrenado por el colono; pues una vez adquiridas las pautas de conducta, valores, creencias e ideologías del colonizador, el colonizado resultaba, en la práctica, "más papista que el Papa". En el mencionado libro, Fanon dice textualmente: "El intelectual colonizado, en el momento mismo en que se inquieta por hacer una obra cultural no se da cuenta de que utiliza técnicas y una lengua tomadas al ocupante. Se contenta con revestir esos instrumentos de un tono que pretende ser nacional, pero que recuerda extrañamente al exotismo. El intelectual colonizado que vuelve a su pueblo a través de las obras culturales se comporta de hecho como un extranjero. Algunas veces no vacilará en utilizar los dialectos para manifestar su voluntad de estar lo más cerca posible del pueblo, pero las ideas que expresa, las preocupaciones que le invaden no tienen nada en común con la situación concreta que conocen los hombres y mujeres de su país". Si bien, lo afirmado por Fanon, está referido a la cultura negra y su relación con Europa y no se ajusta estrictamente a nuestra situación, sí nos permite entender algunas de nuestras prácticas. Por ejemplo, nuestra escuela de música enseña a los estudiantes de canto una técnica para interpretar canciones europeas y se enorgullecen de alcanzar algún pequeño éxito en ello. Lo mismo pasa con los estudiantes de instrumentos musicales. Parece que nadie se da cuenta de que dicha tarea la realizan mejor los europeos porque es su creatura.<br />
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La alienación a la que estamos sujetos nos hace creer que esa música es superior a la nuestra y por eso creemos que para "culturizarnos", debemos previamente despreciar lo autóctono. Para ello nuestras escuelas colaboran y nos convertimos en enemigos de nuestro arte musical y hasta hay quienes terminan orgullosos de su alienación. Y sucede algo paradójico: que a cualquier estudiante de música europeo le guste y termine sabiendo más de nuestro acervo musical que nuestros músicos académicos.<br />
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Soy testigo de que cuando algún músico peruano intenta difundir sus creaciones musicales, las mayores resistencias las encuentra en sus colegas paisanos que jamás se atrevieron a producir sonidos propios; quienes, además, se convierten en sus más feroces críticos. Olvidando o ignorando que todo lo que nace necesita protección . Recuerdo una anécdota: en una oportunidad estando en Berlín (en la parte ocupada por los norteamericanos) quise comprar música tradicional alemana. Quien me atendía me preguntó por las características de lo que quería. Le dije que sólo me interesaba que fuera buena. Entonces me replicó: si es música tradicional alemana no puede ser buena, y puso en mis manos unos catálogos de música country norteamericana.<br />
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El cultivo y difusión del arte musical italiano, alemán, austriaco, etc., es responsabilidad de ellos, no necesitan nuestra ayuda ni nuestra preocupación. ¿Por qué trabajamos para ellos? ¿Por qué derrochamos nuestros magros medios en eso? No estoy en contra de la música europea, la disfruto frecuentemente. Digo que su cultivo y difusión no es tarea nuestra. Tenemos que hacer nuestra la tarea de cultivar, desarrollar y difundir, nuestro arte musical. Basta de seguir siendo personajes exóticos en espacios artísticos ajenos.<br />
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Hace unos años hubo en Lima una campaña promovida y apoyada por nuestros cultos para mantener en el aire una emisora nacional que difunde esa música, no recuerdo una acción ni remotamente parecida cuando se trata de música autóctona peruana.<br />
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Lo mismo pasa con la Escuela de Ballet. No desarrolla, no trabaja una técnica para interpretar nuestras danzas. Es fácil darse cuenta de eso cuando nuestros bailarines pretenden hacer coreografías peruanas parándose en puntitas de pie. Qué beneficio le reporta eso a nuestro arte. El que se sigue nutriendo con nuestro esfuerzo y nuestro talento es el ya saciado arte europeo. No me aplacan los aparentes éxitos alcanzados por algunos. Lo único que consigue la cultura peruana con eso es una piedra más sobre el túmulo que le vamos edificando. Si seguimos por ese camino nunca superaremos el nivel del remedo. Bien decía Sebastián Salazar Bondy: somos la cultura de la copia.<br />
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La actuación no es la excepción, aún no hemos conseguido dar un verdadero paso en el propósito de formar artistas del arte escénico peruano. Fanon dice: "no puede avanzarse resueltamente, sino cuando se toma conciencia primero de la enajenación". Por su parte, Lao Tse dictamina en uno de sus aforismos: “Quien se conoce a sí mismo es fuerte”. Conocerse es la raíz. Y como toda raíz, mientras más profundo sea el conocimiento de nosotros mismos, mejor será nuestro desarrollo.<br />
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Sé que lo común es pensar de una manera y actuar de otra, aceptar la teoría y resistirse a la práctica. Debemos superar esto. En un ejercicio como el nuestro, en el que el lenguaje carece de eufemismos, una persona así está limitada. Busquemos que lo externo sea una consecuencia de lo interno.<br />
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Además, el shock producido por las permanentes novedades alcanzadas por la tecnología descarga su aspecto negativo en nosotros. Es frecuente oír decir a nuestros alumnos: "ya hicimos ese ejercicio" (como si ya no les sirviera). Ese alegato corresponde a la conducta a que nos induce el mercado que oferta el avance tecnológico de nuestros tiempos que en lapsos muy breves, y aparentemente sin ningún esfuerzo, nos presenta hechos que hacen "obsoletos" los logros de hace unos días. Por supuesto, confundimos las cosas —el accidente desplaza a la esencia— y no nos damos cuenta de que el fruto ha mejorado gracias a un mejor manejo de la herramienta. La pieza que hace posible la consecución de estas mejoras sigue siendo la misma: la lógica binaria propuesta en el Siglo XVII por Gottfried Wilhelm von Leibniz, filósofo, matemático y estadista alemán. No nos damos cuenta de eso y queremos sólo el producto olvidando que éste es consecuencia de la destreza, de la habilidad alcanzada a través de la práctica reiterada en lo elemental. El músico practica sus escalas toda la vida; el plástico, la línea, etc. Para ser diestros, debemos entrenar. Tenemos que trabajar permanentemente en nuestra movilidad articular y en la construcción de nuestro lenguaje.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div style="text-align: right;"><span face=""Open Sans", sans-serif" style="box-sizing: border-box; color: #212121; font-size: 10pt; font-variant-ligatures: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Arcos, J. (2001). </span><span face=""Open Sans", sans-serif" style="box-sizing: border-box; color: #212121; font-size: 10pt; font-variant-ligatures: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;"><em style="box-sizing: border-box;">Mimo elemental. </em></span><span face=""Open Sans", sans-serif" style="box-sizing: border-box; color: #212121; font-size: 10pt; font-variant-ligatures: none; vertical-align: baseline; white-space: pre-wrap;">Lima: Ed. Corazón de Oso</span><span face=""Open Sans", sans-serif" style="color: #212121; font-size: 16px; font-variant-ligatures: none; white-space: pre-wrap;"> </span></div></div>
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Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-19507396966371248852003-07-10T16:58:00.009-05:002023-05-07T23:59:31.682-05:00A bordo de un chilcano y un capitán<p></p><div style="text-align: justify;">― ¿Qué se sirve?</div><div style="text-align: justify;">― Un chilcano, clásico, por favor. </div><div style="text-align: justify;">El mozo anota en una libretita y se va. Espera mirando por la amplia ventana a la gente que, como él, a esa hora zanganea. Un amigo le saca de su ensimismamiento.</div><div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;">― <i>(Mientras se sienta a su mesa) </i>¡Oye, tú ya no vas al teatro!</div><div><div style="text-align: justify;">― ¡Nicky!</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Se saludan como si hubiese pasado años sin verse, luego todo el protocolo: ¿Cómo estás? ¿Qué haces? ¿Estás trabajando? ¿Dónde? Y de nuevo:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">― Oye, no te veo por el teatro.</div><div style="text-align: justify;">― ¿Cuál teatro?</div><div style="text-align: justify;">― Cualquiera. No te veo en ninguna parte ni como público, ¿por qué?</div><div style="text-align: justify;">― No me gusta el teatro, prefiero el futbol. <i>(Sueltan la carcajada).</i></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Traen el chilcano, Nicky pide un capitán y sigue la charla:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">― ¡Ya, en serio!</div><div style="text-align: justify;">― En serio.</div><div style="text-align: justify;">― ¿Tanto así?</div><div style="text-align: justify;">― Tanto así.</div><div style="text-align: justify;">― ¿Por qué manito?</div><div style="text-align: justify;">― Porque me olvido de los zapatos.</div><div style="text-align: justify;">― ¡Qué?</div><div style="text-align: justify;">― Quiero decir que ahí nada me molesta, nada me incomoda; ni el pantalón ni la camisa. La inspiración puede surgir en cualquier momento; garantizado si juega Cueto. La creación, hermano, no importa en qué disciplina, es maravillosa. Es un placer estar presente cuando surge.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Llega el capitán, Nicky lo apura en una y vuelve:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">― ¿Fuiste a ver…?</div><div style="text-align: justify;">― A los diez minutos sentía los pies hinchados. ¿Sabes lo que es estar diez minutos sentado queriendo sacarte los zapatos?</div><div style="text-align: justify;">― ¿Estás hablando en serio?</div><div style="text-align: justify;">― Sip.</div><div style="text-align: justify;">― ¿Por qué, ah?</div><div style="text-align: justify;">― Porque sólo se ponen serios y leen su letra de memoria. </div><div style="text-align: justify;">― <i>(Nicky reflexiona unos segundos)</i> Creo que tienes razón. ¡Mozo! Otro capitán. Tú, ¿otro chilcano?</div></div><div><div style="text-align: justify;">― Otro chilcano.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Y siguen con su charla. En la mesa de al lado, tomo nota: <i>sólo se ponen serios y leen su letra de memoria.</i></div><br /><div style="text-align: right;">Miraflores, junio 15 del 96; en el Haití</div></div></div></div>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4503270110521283556.post-13849197062575962452000-11-16T15:33:00.003-05:002021-07-12T10:45:33.057-05:00Historia del Mimo<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjez1lhoMNuEpYE0fkKVxUoJncZ-B3yNSiplYb1W2dxXPoXg23SBSnDZiz_7KADvAyxEIxc8YVaephciybuh3FtrZETvlZSksu2BI8lDt8e1vhl1-sMRREQs8_bM8_EPDkziIM8mLvgwKc/s600/Vintage2.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjez1lhoMNuEpYE0fkKVxUoJncZ-B3yNSiplYb1W2dxXPoXg23SBSnDZiz_7KADvAyxEIxc8YVaephciybuh3FtrZETvlZSksu2BI8lDt8e1vhl1-sMRREQs8_bM8_EPDkziIM8mLvgwKc/s320/Vintage2.png" width="320" /></a></div><p style="text-align: justify;">La ausencia histórica con relación al mimo ya ha sido señalada por algunos autores. En la historia del teatro sólo encontramos información respecto a cuán bueno fue cierto mimo o tal otro y referencias a sus orígenes, las cuales son señaladas, de manera marginal, en los momentos de decadencia del teatro y nada más. En cambio, algo que nos serviría, como una obra de Sófocles le sirve al teatro, no existe.</p><p style="text-align: justify;">Pero, definitivamente, en el origen del mimo, su naturaleza era corporal. El principio de nuestro arte se encuentra en las orgías dionisíacas, esencia que posteriormente fue distorsionada por la moral. Se permitió hablar, pero se sancionó hacer del cuerpo signo de expresión. Las ménades y los sátiros debieron ocultar sus actos y propósitos. La abstracción, la intelectualidad, la palabra, reclamó para sí el establecimiento de lo correcto en materia de realización escénica. Tal vez por dicha razón allí se empezó a considerar de que la acción es cosa de personas de escasa inteligencia. Por ello, durante mucho tiempo se dijo eso de los deportes, ergo de los deportistas. Incluso hoy, a quienes se dedican a una actividad corporal, son vistos despectivamente.</p><p style="text-align: justify;">Probablemente, por ello toda manifestación artística construida con acciones corporales fue marginada y tratada como arte menor y desplazada en el consenso de las artes, desconociendo en el mimo su condición semejante a la pintura a la música.</p><p style="text-align: justify;">El cuerpo no podía permanecer inexpresivo, artísticamente tenía que manifestarse y a pesar de la represión, la libertad encontró la forma. En un primer momento, la danza, haciendo abstracción de la acción, canalizó esa necesidad. Luego, la danza y el mimo se hicieron uno, siendo dos manifestaciones de nuestra expresividad corporal. Después de todo, en el universo la unidad está compuesta por dos partes complementarias: materia y energía, o si quieren, cuerpo y alma. Por ello, podríamos hacer la siguiente analogía: el cuerpo es al alma, como el mimo a la danza. El mimo es acción; la danza movimiento. En el mimo la acción nace y vive del movimiento; en la danza el movimiento persigue la acción, pero lucha por no llegar a ella.</p><p style="text-align: justify;">Pero la danza no fue el único medio. El cuerpo descubrió la gesticulación, decir sin hablar, la capacidad de “hablar” sin emitir sonidos. El cuerpo se hizo intelectual y satisfizo las reglas. El teatro mudo o pantomima jugó ese papel. Veamos la historia oficial: en el teatro griego, el texto era el elemento principal, la palabra lo era todo, los movimientos escénicos eran mínimos; los acolchados, coturnos y máscaras no permitieron un gran desarrollo en ese sentido, además no importaba. Aquellas representaciones tenían como fin decir el texto: sólo perseguían la gloria del autor. Mientras esto sucedía en los teatros (a donde acudían los griegos cultos) en las plazas, ante el vulgo, tenía lugar el espectáculo mímico nacido en el pueblo durante las fiestas campesinas. Allí no habían máscaras, clámides ni coturnos que limitaran los movimientos del actor. D'Amico, en su Historia del Arte Dramático, lo describe como “un espectáculo que presenta costumbres plebeyas en las que no faltan los númenes (cualquiera de los dioses de la mitología clásica)... reproducen interiores de una vida humilde... Son vivos y tienen un sabor realista... cuadritos de un verismo más bien sucio... esbozo de una existencia vulgar, mugrienta y un poco nauseabunda...“</p><p style="text-align: justify;">En Grecia, el auge del espectáculo mímico provocó la reacción de los hacedores de teatro, quienes, para no quedarse atrás en la competencia con el mimo, agregaron la acción corporal a su trabajo escénico. Algo semejante podemos observar hoy cuando se pretende multiplicar los esplendores de la representación teatral para rivalizar inútilmente con el cine.</p><p style="text-align: justify;">En Roma, el mimo devino en pantomima. Sobre el origen de esta forma hay algunos relatos, el más conocido está referido a Livíus Andrónicus, un actor griego esclavizado por los romanos, quien actuaba en espacios al aire libre. Las condiciones podemos imaginárnosla. Cuenta la historia que Andrónicus se quedó afónico durante una representación y para continuar, le pidió a uno de los coreutas que dijera el parlamento mientras él hacía como que hablaba, y ¡oh, sorpresa! moviéndose y gesticulando se descubrió subrayando corporalmente las palabras. Debido al éxito obtenido, esta experiencia fue posteriormente repetida a propósito.</p><p style="text-align: justify;">Los romanos rendían culto al cuerpo y por ello lo que contaba en la pantomima era el actor, así éste llegó a serlo todo. Al no declamar mientras otro hablaba por él, el actor acabó por suprimir la palabra y representar toda la obra con mímica. Para compensar aquello, los movimientos corporales se realizaban de una manera diferente a la ya conocida, hasta que paulatinamente alcanzó un nivel técnico que permitió a la pantomima convertirse en el género teatral más importante durante el imperio romano. Se sabe que en Roma mimos y poetas competían: Cicerón desafió a Roscio a que tradujera por gestos sus oraciones retóricas y el célebre comediante lo hizo perfecto. Asimismo, emperadores fueron mimos, cuán buenos, no lo sabemos; algunos parece que con poca fortuna, como Calígula, quien obligaba a sus espectadores a permanecer en la sala bajo pena de muerte.</p><p style="text-align: justify;">En Roma, la pantomima decayó hasta casi desaparecer y tuvo un nuevo auge en Italia a mediados del siglo XVI con la aparición de la Commedia dell'arte. Esta forma de representar surgió ante la decadencia del teatro de la palabra en forma semejante a lo acontecido en Grecia y en Roma. Entonces, como ahora, el actor que vivía de su trabajo necesitaba una obra exitosa que atrajese al público; al no encontrarla decide “hacer lo que pueda”, y creó la Commedia dell'arte.</p><p style="text-align: justify;">A fines del siglo XVI, los actores de la Commedia dell'arte fueron llamados desde Francia por Enrique III a pedido de su madre Catalina de Medicis. Pero la libertad que se tomaron para interpretar sus obras, en las que claramente aludían a personajes de la sociedad, provocó que los expulsaran de Francia en 1697. Pero esta forma de actuar ya se había enraizado en el pueblo, quien, además, con el tiempo, hizo suyo a Pedrolino, uno de los personajes que, replanteado y recreado por Debureau, se convirtió en Pierrot. De esta forma la Commedia dell'arte permitió el nacimiento de la pantomima francesa. Sobre ésta dice Jean-Louis Barrault en sus “Reflexiones sobre el teatro”: “Sus obras no llenan nuestras bibliotecas ni nuestros museos. Se trasmiten, pues difícilmente. Ésa es su falla. Ése es su lujo. No tenemos ninguna idea del mimo de los antiguos. Se sabe que era de origen báquico. Se dice que fue a menudo burlesco y hasta obsceno. Ni siquiera sabemos exactamente qué estilo de pantomima tenía Debureau... quedamos reducidos, como para muchas otras cosas, a la intuición intelectual”.</p><p style="text-align: justify;">Hasta que apareció el cinematógrafo y la escenificación corporal tuvo su último auge importante. El cine en sus inicios aún no contaba con un lenguaje propio. En esa época destacó Charles Chaplin, y aunque reconocemos su talento artístico, también debemos aceptar que no aportó nada importante al mimo, pues Chaplin no necesitó desarrollar su lenguaje. Hasta ahí, de manera sucinta fue la historia de nuestro movimiento, la misma que, como dice Barrault, no puedo asegurar.</p><p style="text-align: justify;">Pero hay aún otra parte de historia, la contemporánea, la cual comienza con Etienne Decroux, quien en 1929 comienza sus estudios, se interesa por el cuerpo, explora e inventa, enseña lo que va hallando y aprendiendo, es un observador meticuloso del comportamiento corporal, un estudioso profundo. “Después de haber visto en el museo las obras de Egipto o del impresionismo se sale avergonzado de ser actor”, dice Decroux y renuncia a la pantomima. Es el primero en considerar al Mimo como un fin y no como medio o complemento de otro arte, y esboza sus fundamentos. Entre los principales alumnos de Decroux podemos citar a Jean-Louis Barrault, con quien trabajó al principio de sus búsquedas; a Marcel Marceau, quien modernizó la vieja pantomima francesa utilizando la técnica de Decroux, y a Ángel Elizondo, quien, a mi juicio, inició un verdadero desarrollo y crecimiento de este arte transitando vías nuevas, experimentando, arriesgando y logrando resultados como el “Esquema de la Expresión Corporal” con el que una nueva generación de mimos estudiamos y trabajamos. Pero debemos advertir que la edificación del mimo se encuentra en proceso; los maestros han hecho su parte y continuar la construcción está en nuestras manos.</p><p style="text-align: justify;">Aquí quiero señalar que cuando hablamos de nuestro arte es un lugar común referirnos al mimo que se hacía en Grecia como si se tratara de la disciplina que practicamos hoy en día. Éste es un error generalizado. La palabra griega mimo significa imitación de la realidad; el mimo (en Grecia) imitaba la vida que veía, era una forma hablada y cantada, además de corporal. El arte que hoy cultivamos, en el cual se prescinde del lenguaje verbal, es creación de Etienne Decroux; él llamó a su disciplina “mimo Corporal”, circunscribiendo el campo de su práctica; pero con el uso se eliminó la palabra “corporal”, así como decimos cine y no cinematografía.</p><p style="text-align: justify;">No quiero terminar este tema sin hacer una pequeña referencia al mimo en Perú, donde tenemos la fortuna de contar con un grupo de personas esforzadas que trabajan por el desarrollo y difusión de este arte, entre ellos quiero destacar al señor Jorge Acuña Paredes.</p><p style="text-align: right;">Arcos, J. (2001). Mimo elemental. Lima: Ed. Corazón de Oso </p>Juan Arcoshttp://www.blogger.com/profile/04387999691750521109noreply@blogger.com0