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jueves, 12 de enero de 2017

Mi nombre es 23, en el FML 2017

No sé cuánto duró el espectáculo y no quiero saberlo. Y si alguien me pregunta ¿cómo es?, tampoco sé decirlo, sólo que lo pasé muy bien. César García ingresó a escena y me enganché hasta que lo vi mostrar un cartel que decía FIN.

Lamentablemente, cuando uno es mimo no puede evitar que alguien se acerque y le asalte con la pregunta de cajón: ¿esto es mimo? Esperando que diga: no. ¡Habla! —insisten—. Entonces no puedo evitar espetarle: —¿Y quién te dijo que los mimos no hablan? Danos una oportunidad y tú no hablarás, terminarás haciendo señas para interrumpirnos. Los mimos no hablamos por suficiencia, no por incapacidad.

Tengo suficientes argumentos para explicar y demostrar que sí es un espectáculo de mimo, pero no quiero. Ya me cansé. Lo vengo haciendo hace más de cuarenta años. Así que, mejor (de taquito), los remito a Paroles sur le mime / Étienne Decroux / Autobiografie relative à la gènese du mime corporel / Manifeste doctrinal /párrafo 6: D’autant plus que le mime est l’essence du théâtre qui, lui, est l’accident du mime.

Dejando ese asunto. Lo que toca ahora es el mimo, porque estamos en el FML 2017 (festival de mimo de Lima 2017) que organiza La familia Mimo con el auspicio del ICPNA.

Así que, como dijo Jack, vamos por partes: el espectáculo.

Llama la atención desde el título: “Mi nombre es 23”. Un número, no Pepe; Alberto o qué sé yo...

Después, conversando con el actor, cuando le preguntamos “qué era”, refiriéndonos a él, nos respondió: “ya no soy nada”. Nos contó que ha abandonado lo que la sociedad podía reconocerle como beneficioso: un trabajo como el de todos, un título profesional, etc. Creí entonces descubrir la raíz que nutre de organicidad su trabajo. Reza el aforismo oriental: suelta y lo obtendrás todo.

Su trabajo o (como dicen ahora) su propuesta, me resultó muy interesante, tanto que nunca me acordé del tiempo; segundo: algunas debilidades discursivas, técnicas; pero es tan potente la semilla de lo primero que lo disfruté como un niño. Así que, si no estuviste, te lo perdiste irremediablemente. Que no te consuele la posibilidad de verlo en otro lugar, no, ésa ya no será la función de hoy.

Es una broma, una manera de decirte: averigua dónde la presentan y ve, no lo pierdas.

Gracias a César García y Paloma Reyes de Sá (la Directora), el Festival de Mimo de Lima 2017 comenzó con la varilla muy alta, prometiéndonos más como hoy.

sábado, 9 de julio de 2011

El mimo y el teatro

Que la mímica es esencial en la carrera del actor es una verdad de perogrullo. Pero, a pesar de que esta es estudiada por el mimo, este no es tomado en cuenta en esta tarea porque, erróneamente definido por un accidente —la prescindencia de palabras—, en general se piensa que se reduce a una suma de habilidades más o menos vistosas, rayanas con la ilusión óptica. Desde esta perspectiva, muchos equivocadamente creen que su aprendizaje conduciría a una brillantez vacía o a maneras estereotipadas.

Es más, se ha arraigado un prejuicio injustificado en los profesores de teatro y, a través de ellos, en los alumnos respecto de la práctica del mimo. Argumentan con mucha facilidad que su ejercicio deforma.

Lo sorprendente es que quienes sostienen esto no tienen antecedentes en este arte; su experiencia se limita a la de espectador de algún programa de Marcel Marceau o de una réplica, cuando no de malas imitaciones.

Asimismo, he tenido la oportunidad de participar en debates donde se calificaba de mimo cualquier ejercicio silencioso o la utilización de algún esbozo técnico de este arte.

Este arte no solamente es un juego silencioso, es una manifestación artística que exige del intérprete todo lo que se le pide al actor parlante; sus principios son los mismos, solo difieren en sus obras.

viernes, 4 de febrero de 2011

Al borde de una taza de café

Me encontraba en un café, resolviendo los problemas del mundo, cuando se acerca un joven y, sin más trámite, me extiende la mano y dice: —Quiero aprender mimo. —¡Qué bien! —¿Dónde queda su escuela? —¿Mi escuela? —Sí, su escuela de mimo. —¡Ah! ¡Mi escuela! No, no tiene local —Ante su expresión de sorpresa, tengo que explicarle—: Cuando hablo de la escuela no me refiero a un espacio físico, un edificio o una casa, sino a un método de enseñar y trabajar este arte. ¿Quieres estudiar mimo? —Sí. —¿Por qué? —Porque quiero enseñar. Ahora hay mucha gente que quiere aprender. —¡Ah! ¿Te parece que sería un buen negocio? —Sí, ahora llaman mimos para todo, hasta para dirigir el tránsito. —¿Cuánto tiempo estás dispuesto a dedicarle al aprendizaje? —Quiero aprovechar el verano, unos tres meses. —¿Te parece que con tres meses sería suficiente para aprender mimo? —Puede ser un poco más, uno o dos meses más para aprender bien. ¿En cuánto tiempo me puede enseñar usted? —Pues me la pones difícil. —¿Por qué? —No se me ocurre cómo enseñarte en unos meses lo que me está llevando años.

Se pone de pie, contrariado, cree que lo desestimo como alumno, me da la mano y se retira. Vuelvo al café y sigo resolviendo los problemas del mundo.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Si no sabes ser débil serás derrotado

g2010

Ayer asistí a la graduación de los alumnos que concluyeron sus estudios en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático. Parte pequeña de un grupo que llegó a las aulas con ojos expectantes hace por lo menos cinco años. Entonces no sabían en qué mundo se metían. La mayoría de ese grupo llegaba seducido por la posibilidad de ser famoso y trabajar poco o nada; esa mayoría, al poco tiempo, advirtiendo que perseguían una quimera, se marchó como llegó.

Los tuve en mi aula en sus primeras clases y el primer libro que les pedí leer: El arte de la guerra, les provocó una serie de interrogantes desde el título: ¿Qué tenía que ver el arte de la guerra con estudiar teatro? Hoy no tengo que explicarles qué significa “un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. Ya son un ejército victorioso, pueden entablar la batalla por la vida.

Ahora, al recibirlos como colegas, permítanme repasar la lectura: “no sólo es necesario evaluar las condiciones del propio comando, sino también las del comando enemigo”. ¿Una interpretación contemporánea? El llamado análisis FODA se aproxima bastante.

¿Por qué digo se aproxima? Porque no se puede compartimentar así la idea de Sun Tzu. El puño deja de serlo si se abre la mano.

Analizar así la realidad podría inducirnos a creer que las debilidades y las amenazas pueden ser “eliminadas”; ¿se puede eliminar la noche, el invierno y sólo disfrutar del día y el verano?

La visión oriental está representada por el símbolo del Ying-Yang: cada cosa depende de su opuesto para su existencia.

El asunto no es, pues, no tener problemas. Como diría un amigo: “Mucho malo”, problema; “mucho bueno”, problema; mucha razón, problema; mucha emoción, problema.

Si así están las cosas, entonces, ¿cómo actuar? La respuesta se encuentra en el mismo texto que, siguiendo su estilo, habla de lo que no habla: "Si no puedes ser fuerte, pero tampoco sabes ser débil, serás derrotado". Actuar con el tiempo: de día, actividad; de noche, descanso. Alternar la actividad con el descanso: mucha actividad, problema; mucho descanso, problema; etc., etc.

sábado, 18 de septiembre de 2010

¿Cómo se hace un taller?

Hace unos días, persuadido por algunos alumnos y amigos, me animé a desarrollar un seminario sobre didáctica del mimo dirigido a quienes ofrecen o quieren ofrecer talleres de este arte.

¿Cómo se hace un taller? La demanda lleva implícita una actitud responsable no muy frecuente, porque lo común es que se participe en un taller y, al concluir, se ofrezca "como propio" lo que se recibió en él.

Si bien es cierto, cualquiera enseña: los padres a los hijos, los hijos a los padres, los amigos, los enemigos. "Enseñar" es algo un poco más complejo; exige tener claridad en algunas cosas: es necesario saber cómo es que aprendemos, qué procedimientos son más eficaces para enseñar; tener metas claras, principios, planes, un programa de estudios. Así, el problema de la enseñanza se complica un poco más, pero no deja de ser un rol común al ser humano.

Ésta no es una crítica a quienes inician un taller a ciegas. Seguramente te pasó, o pasa, una de estas dos cosas:
  1. Te solicitan unas lecciones de eso que acaban de verte hacer (me pasó a mí) y, aunque no eres profesor, tienes que decidir entre negarte o aceptar. Si te niegas, dirán que eres un egoísta, que quieres el conocimiento para ti solo.
  2. Sabes algo que quieres compartir y te ves enfrentado al problema de no saber cómo ofrecer la lección.
No te ofrezco la panacea pedagógica, sólo treinta años de experiencia y algunos resultados que me animan a decirte que esto que aprendí estudiando y enseñando te puede servir.

Conversando sobre esto, otros amigos me cuestionaron: ¿por qué sólo para mimos? Tuve que reconocer que, en verdad, no era sólo para mimos. Porque, si bien esta experiencia estará particularizada por ese enfoque, lo que vamos a tratar y desarrollar es semejante a cualquier situación de enseñanza–aprendizaje que se podría presentar en una relación maestro–alumno. Así que, las orientaciones que alcanzaré sobre la didáctica son de uso en un taller de mimo, de teatro, expresión corporal, malabarismo, etc.

jueves, 26 de agosto de 2010

Didáctica del mimo


Tal vez a ti te pasó lo mismo que a mí: que siendo mimo, más de uno se acercó a que le enseñes el arte. Y hubieras querido hacerlo, pero dijiste que no porque no sabías cómo enseñar. Después, reflexionaste un poco y decidiste aprender en la práctica, porque enseñando se aprende. Pero aún conservas algunas dudas e inseguridades. No te ofrezco resolverte todas las dudas, pero sí darte algunas seguridades: de qué se trata el mimo, y métodos y estrategias eficaces para desarrollar el proceso enseñanza-aprendizaje pertinente en nuestro arte.

Nuestro arte merece que proliferen mimos sólidamente formados, y tú puedes hacerlo.
Si estás interesado en participar en este seminario, envía un mail a: escuelademimo @ gmail.com

sábado, 15 de mayo de 2010

Mimo al paso

Contraviniendo las indicaciones de mi médico, me encontraba disfrutando plácidamente de un cappuccino en el Café de la Paz cuando un amigo, actor, se presenta y, sin más trámite, me pregunta:

—¿Por qué tendría que estudiar mimo?
—¡Porque te da la gana!
—En serio —insiste.
—Hablo en serio.

Entonces, se sienta, pide un café y me mira esperando, claramente, una respuesta. Sin más alternativa le digo, citando a alguien que él conoce: 

—En su momento, el más socorrido referente contemporáneo de la expresión corporal, el maestro húngaro Rudolf Von Laban, dijo que el teatro se desarrolló a partir del mimo como representación de movimientos interiores por medio de movimientos exteriores. Opinaba que demasiadas palabras y demasiada música podían arrojar sombras sobre la verdad de ese despliegue de esfuerzos que el intérprete desarrolla por medio de sus acciones físicas. Por su parte, Denis Diderot: “No se puede representar sin mimo… Del mimo dependerá la duración de las escenas y tomará color todo el drama... El mimo es el cuadro que existía en la fantasía del poeta cuando escribía...”

—¡Ya! ¿Dónde das clases?
—En la ENSAD.
—Mejor en mi casa…

Pide la cuenta y me propone horarios…

viernes, 1 de enero de 2010

SÓLO PARA MIMOS: USO DEL ESPACIO



Para variar, una vez más este verano, había planeado tenderme como una lagartija al sol en una de las playas del norte, pero algunos amigos me han hecho creer que hacer este seminario sobre mimo es importante para nuestro arte. Veremos.

No soy amigo de los talleres porque estos suelen crear expectativas inmediatas. Prefiero que las cosas se hagan a su tiempo, en el tiempo de cada uno de los participantes. Así pues, las clases que dictaré este verano sobre el uso del espacio por el mimo tendrán carácter de seminario porque, básicamente, realizaremos un trabajo de investigación.

En nuestro medio, hace mucho tiempo que los mimos desarrollamos nuestro trabajo en espacios no convencionales. Hasta hoy, el sentido común nos ha auxiliado en esta tarea, pero no todos podemos resolver las cosas así; algunos necesitamos prepararnos para poder avanzar: seguridad técnica.

¿Qué queremos decir? ¿A qué distancia? Son algunas de las preguntas que nos plantearemos y ante las cuales ensayaremos algunas respuestas. Digo ensayaremos porque no enseñaré cómo se hace, sino cómo buscar la respuesta. Procuraré que de nuestras reuniones surjan lecciones útiles para cualquier circunstancia.

Comenzaremos el próximo lunes 11 de enero, a las 3 de la tarde, en un aula de ENSAD.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Seminario, día 1

 Miércoles, 16 de setiembre de 2009
A una semana de la primavera, aún con frío

Obviando algunos lugares comunes, de esperarse en una reunión de personas que nos dedicamos a lo mismo, registro algunas frases que seguramente hemos escuchado y/o pronunciado muchas veces; pero pocas, realmente, les hemos prestado atención.

Atrapado en su locuacidad argentina, no por eso falsa, Jorge Eines nos recuerda, en la primera de diez sesiones, de qué se trata el trabajo de la formación del actor.

Hace algunos años, conversando con el Maestro búlgaro Chavdar Krestev, anotaba como conclusión de nuestras pláticas: el teatro no es la vida, es otra vida. Al pie, anoté una pregunta: ¿cómo hacer para que nazca esa otra vida? Durante mucho tiempo he ensayado algunas respuestas; ayer, Jorge Eines expresó una que, por el momento, me parece responderla: imaginar es nacer a algo que no existe.

¡Imaginación! No es patrimonio del Arte; la ciencia no existiría sin ella, tampoco la filosofía; pero nosotros la olvidamos con demasiada frecuencia, encandilados por el raciocinio. La imaginación permite visualizar experiencias (lugares, personas, objetos e incluso emociones) con libertad.

La memoria es retrospectiva, recuerda; la imaginación es prospectiva, construye; la primera inmoviliza; la segunda lleva a la acción. De lo dicho, se comprende fácil: la respuesta cierra; la pregunta abre. Conflicto en el cuerpo, no en la palabra. Entender un texto es entender un texto; actuarlo, otra cosa. El cuerpo es el lugar donde se expresa la imaginación.

La técnica construye una poética. En la acción registré su ejercicio sobre el trabajo previo. Espero, superando la pereza, desarrollarlo. En tanto, aquí, sintética:

Autónomo: moverse para encontrar tensiones “personales” y “liberarse de ellas”.
Gimnasia emocional: búsqueda de lo que, emocionalmente, los cuerpos de los personajes ocultan. ¿Búsqueda de las “tensiones” de los personajes?
Ritual: conflicto corporal, “sin violencias”.

Para concluir, por hoy, recuerdo: en cierta ocasión, conversando con un profesor, agradeciéndole por sus enseñanzas, le dije que era un gran maestro; él me respondió que eso sólo había sido posible porque había tenido un buen alumno. Entonces lo tomé como una cortesía de su parte. Después, ya ejerciendo la docencia, fui encontrando el sentido de esas palabras, sentido que hoy calzó exacto cuando Jorge Eines dijo: cuanto más trabajan los alumnos, más trabaja el profesor.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Sé sincero; sé artista*

Pero no basta que conozcas el arte o que lo admires; es necesario que te acerques más a él. Bien sé que no todos podemos aspirar a crear belleza, pero sé también que, al lado de la capacidad para hacerlo, existe la necesidad de dar salida a inquietudes y aspiraciones que palpitan en todo ser humano. Debemos expresarnos, abrir causes al caudal que circula en nuestro interior y pugna por exteriorizarse. Y ¿hay acaso forma mejor de hacerlo que por intermedio de “las artes”? No pretendas, si no tienes capacidad para ello, producir obras maestras; no aspires a perfecciones imposibles, pero, no por ello, renuncies a manifestarte a través de las mil posibilidades que la actividad artística te ofrece. Escribe, pinta, haz música, creando belleza, si puedes, pero, si no estás destinado a ello, por el puro placer de expresarte, por el goce sencillo de ser tú verdaderamente. Verás como lo que hagas, despojado de todo componente de aspiración egoísta y de todo deseo de afirmación del propio Yo, no sólo te dará una inmensa satisfacción, que no puede ser substituida, sino que te permitirá conocerte mejor y acercarte más a ti mismo, al verdadero ser que llevamos todos dentro, que posee una serie de posibilidades admirables y que es generalmente mucho mejor que el Yo que usamos para vivir todos los días, limitado por la realidad, los prejuicios y el miedo.

Basta con ser sincero; basta con renunciar a pretensiones fuera de lugar, con no pensar en la opinión de los demás y con entregarse al placer del arte por él mismo, por el goce que nos ofrece al permitirnos dar salida a lo más auténtico de nuestro Yo, generalmente estrangulado por la pequeñez de nuestro egoísmo.

Escribe aunque no “sepas” hacerlo, pinta aunque, al comienzo, te parezca imposible, canta, si lo deseas; hazlo todo por ti mismo, entregándote a esas actividades con sencillez, con amor y con ingenuidad y verás cómo tu vida se enriquece, cómo tu horizonte se amplía y tus horas se completan. Verás cómo cada día eres mejor y comprenderás cómo es el sentimiento y no la razón el que nos hace conocer las grandes verdades y nos hace capaces de ser nosotros mismos y, por ese camino, unirnos a los demás.

*Seguín, C. A. (1993) Tú y la medicina. Lima. Editorial Poniente